Detrás de los grandes referentes turísticos de La Mancha conquense como Belmonte, San Clemente o Mota del Cuervo se encuentra, discreto y acogedor, un pueblo con gran encanto: Villaescusa de Haro, conocido como la Villa de los Obispos por haber sido cuna de doce obispos desde el siglo XV.
Con casi medio millar de habitantes, sus calles respiran tranquilidad y un pasado esplendoroso que se deja entrever entre casas nobles y, sobre todo, a través de su vasto patrimonio histórico-artístico que incluye una iglesia catalogada como Monumento Nacional, dos conventos recuperados -uno de monjas justinianas y otro de frailes dominicos-, un conato de colegio universitario declarado Bien de Interés Cultural y otros atractivos turísticos como un lavadero romano de impecable fotogenia o el edificio palaciego de Gil Ramírez de Arellano, hoy consistorio municipal.
Villaescusa de Haro presume de ser, hoy en día, una Bella Excusa para cualquier turista ávido de una experiencia sensible, cuyo eje central gira siempre alrededor de la contemplación de la Capilla de la Asunción, joya gótica del s. XVI que alberga uno de los retablos más relevantes del panorama nacional.
Aglutina este rincón manchego, además, una heterogénea serie de discretos reclamos. A saber: el rollo de justicia de la época del rey Felipe II, el órgano barroco de reciente restauración y frecuente uso, las minas de “lapis specularis” en el paraje de las Horadadas, el castillo medieval de Diego López de Haro construido a finales del s. XII en la ribera del río Záncara, dos molinos de viento restaurados del s. XVI a la vista desde el núcleo urbano, un Cristo crucificado que expira en emotiva talla del s. XVII, el pósito real de principios del s. XVI en la plaza de la villa, o, por dar un final a la enumeración, la casa natal del célebre escritor y cervantista Luis Astrana Marín.
Desconocida en los circuitos turísticos más populares, Villaescusa de Haro no aspira a un turismo de masas sino a seguir conservando su alma humilde y discreta. En palabras de su alcalde, Cayetano J. Solana, “no nos vamos a obsesionar con las cifras de visitantes, a pesar de que se incrementan año a año de forma considerable, porque nuestro objetivo primordial es que la visita a nuestro pueblo sea gratificante, que permita un paseo tranquilo e interesante, que satisfaga a todos y estimule al turista que viene con inquietudes culturales”.
Solana insiste en que “durante estos últimos años hemos trabajado para poner en valor nuestros monumentos y principales atractivos turísticos, con la rehabilitación integral del convento de los dominicos y la intervención en el pósito real como emblemas, que se suman a las numerosas intervenciones en el patrimonio eclesiástico lideradas por el párroco; y ahora, tras esa labor necesaria, ha llegado el momento de dar visibilidad a nuestro pueblo como destino turístico, de ahí que hayamos lanzado en redes la marca turística La Bella Excusa, contratado un informador turístico durante los meses de verano y ejecutado un proyecto de señalización de los puntos de interés turístico mediante hitos informativos con códigos QR para mejorar la experiencia”.
A pesar de su población, Villaescusa de Haro disfruta de un dinamismo cultural atípico gracias al interés y a la participación de vecinos del pueblo y la comarca. La revista histórica Terra Fari, que se edita desde 2018 y coordina el arqueólogo local Juan Manuel Millán, ejemplifica la inquietud sobre el pasado histórico de la villa y su comarca. En estos últimos años, además, se han celebrado tres cursos de verano de la UCLM de temática histórica y cultural, un congreso de escritores de Castilla-La Mancha, un coloquio internacional sobre Dulcinea del Toboso vista desde los ojos de Astrana Marín, así como jornadas sobre patrimonio y multitud de conferencias literarias e históricas. Se da la curiosa anécdota de que todas estas actividades se celebran en el palacio del villaescusero Gil Ramírez de Arellano, que concedió licencia y privilegio a un tal Miguel de Cervantes a principios del s. XVII para que pudiese imprimir su novela sobre un ingenioso hidalgo. Incluso existen evidencias notables que ratifican que Rocinante bebió agua en la fuente romana del pueblo.
No descuida el consistorio villaescusero tampoco la organización de otros eventos culturales, como las exposiciones temporales en el convento de los dominicos -las más recientes sobre el centenario de Santo Domingo de Guzmán y sobre el faraón egipcio Hatshepsut con excepcional acogida- y en la sala de exposiciones Adolfo Martínez -la más reciente en colaboración con la Fundación Antonio Pérez– o conciertos de índole variada que van desde el gypsy jazz de Menil al clásico réquiem de Gabriel Fauré y desde el pink punk de Das Model al barroco del órgano histórico.
En definitiva, Villaescusa de Haro ofrece una vida cultural atractiva al cobijo de multitud de monumentos históricos que esperan, pacientes, la visita del turista inquieto y sensible que tuerce su camino del marcado en los itinerarios de operadores turísticos para descubrir, con asombro, un rincón inolvidable.
ESTE ARTÍCULO FORMA PARTE DEL ESPECIAL DE TURISMO DE ENCIENDE CUENCA ELABORADO CON MOTIVO DE LA CELEBRACIÓN DE FITUR 2023. PUEDES LEER TODOS LOS ARTÍCULOS EN NUESTRA REVISTA DIGITAL EN FLIPBOARD.
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