Opinión

Una causa justa

Las causas justas son siempre un camino empinado y de resultado incierto. Es en la defensa de quien más lo necesita, de los olvidados y oprimidos, que sabemos que estamos en el lado correcto de la historia. Un lugar no exento de riesgos, pues se sitúa, por definición, frente a los poderosos.

El “conquensismo” sería así una causa justa, porque no culpa a los conquenses de la decadencia social y económica que padece Cuenca, antes, al contrario, señala a los poderes públicos de las administraciones central y autonómica que, con sus decisiones, discriminan, cuando no perjudican a Cuenca, por acción y por omisión.

“¿Olvidada, ignorada, postergada?… Acaso los tres adjetivos corresponden a esta admirable ciudad de España sobre la que durante mucho tiempo se han tendido nieblas de olvido, de ignorancia y de postergación.”

El texto tiene casi cien años y, tristemente, es de plena actualidad en la Cuenca del siglo XXI.

No han faltado en estos años hombres y mujeres que defendieron la causa justa de la Cuenca olvidada, ignorada y postergada. Su recompensa, la plenitud de hacer lo correcto, junto al olvido de la historia, porque su historia está por escribir.

Pero no escribiría estas líneas si pensara que la defensa de Cuenca es una causa perdida. Es y sigue siendo una causa justa, quizá hoy más que nunca, porque el transcurso del tiempo no ha hecho más que aumentar los agravios a Cuenca, el penúltimo, el cierre del tren.

No es momento de escribir, tiempo habrá, la historia de los que fueron, lo es de atender a la que está a punto de ser escrita en un nuevo capítulo con una cita en las urnas el próximo 28 de mayo de 2023.

Otros territorios olvidados y postergados han sabido construir proyectos políticos de reivindicación y defensa, como “Teruel Existe” o “Soria Ya”, con representación institucional en los ámbitos local, regional, nacional incluso.

Además de faltar a la verdad, sería injusto negar la movilización de los conquenses en defensa de su tierra, con plataformas cívicas muy activas (capitalidad, autovía, AVE), y ello cuando no estaban tan de moda este tipo de movilizaciones, y mucho menos el concepto de España vaciada.

Después de 20 años de militancia en el “conquensismo” entiendo que, tan cierto como lo anterior, es que, en Cuenca, no hemos sabido o podido, sí querido, construir una opción política exitosa en las urnas.

De cara a las elecciones de 2023 parece una condición necesaria, si bien no suficiente, que el “conquensismo” concurra con una candidatura unida y de representación amplia.

El espacio político existe ya a nivel nacional en el contexto de los múltiples partidos de reivindicación del territorio, y que operan en el marco de la llamada “España vaciada”.

Y la necesidad en Cuenca es mucha, por la decadencia social y económica que padecemos, que se concreta en una aguda despoblación, irreversible ya en parte de nuestro territorio.

Porque no lo fue antes, el momento es este, la gravedad de la situación no admite demora, y el único camino posible es denunciar la discriminación que sufrimos a manos de las administraciones central y regional, y exigir dignidad y justicia.

El silencio de los conquenses, que dé por buena la discriminación y marginación de su tierra, no es el camino.

Y si el sino de esta tierra es defenderse de decisiones discriminatorias de poderes superiores, que así sea y en estado permanente.

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