Cultura

Argentina atraviesa con su voz huracanada la garganta del Huécar

Del mismo modo que en la hoz del Huécar que pone el decorado a los conciertos de Estival Cuenca conviven tramos ornamentados con vegetación y paredes desnudas sin que el paisaje pierda armonía, el festival conquense también sabe combinar diferentes pelajes. Argentina protagonizó una velada sin artificios, situada estilísticamente en el polo opuesto del espectáculo ofrecido por Refree y El Niño de Elche un día antes, pero enmarcada ya en el mismo museo de roca que adorna el tablao flamenco más bello del mundo.

La cantaora onubense saboreó al máximo su actuación en el escenario Solán de Cabras del Parador y no regateó ni una gota de sudor, para disfrute de un público que ocupó todos los asientos disponibles. Palmas, una guitarra y una voz poderosa: Argentina no necesitó más armas para conquistar Cuenca ante la atenta mirada del Pastor de las Huesas del Vasallo.

Con Lole y Manuel comenzó Argentina un repertorio sólido como las paredes de un búnker nuclear. Interpretó muchos temas reconocibles para conectar con ese espectador tan característico de Cuenca que baila para adentro. Desgranó la de Huelva canciones de la vida del artista, de boda, de muerte y de Andalucía. Materias propias del temario del flamenco, cemento que se moldea unas veces con guajira y otras con bulería.

Con este combustible, que tiene tanto valor que no depende ni de jeques petroleros ni de ambiciones imperiales, Argentina propulsó su voz hasta atravesar de un extremo a otro la garganta del Huécar, levantando a su paso olas en el río. Pocos pulmones tan poderosos han pasado por el escenario del Parador. Su cante era por momentos fue huracanado, hasta el punto de intimidar al viento que, tímido, quiso colarse en algún momento de la velada.

Se reservó Argentina la artillería pesada para el tramo final y se ganó llevarse la bandera de Cuenca por mantilla al llevar a su terreno a José Luis Perales en este escenario situado frente a la casa donde el conquense firmó sus primeras composiciones. Con el público ya entregado, redondeó su magnífica actuación con Idilio y María la Portuguesa antes de recoger el agradecimiento del público en forma de aplausos y flores.

La velada había comenzado, como es costumbre en la jornada flamenca de Estival, con el baile de Virginia García Vicente, que estrenó un nuevo espectáculo en el que introduce la poesía como elemento en alguna interpretación.

FOTOS: SEBASTIÁN MARTÍN. PINCHA PARA AMPLIARLAS