Cultura

Tesoro Botánico de Covarrubias: Amapola

Amapola

*A esta yerba y flor llaman los que escriben de la naturaleza de las plantas papaver errático y es así que la cabezuela de su simiente es semejante a la de la adormidera, y esta tiene, no menos virtud de acarrear sueño.  Esta yerba antes que crezca y eche tallo llaman en algunas partes ababoles,  arráncanlos de entre los sembrados, cómenlos por ensalada con vinagre la gente del campo. (Sebastián de Covarrubias)

*La amapola común o amapola silvestre (Papaver rhoeas) es una planta de ciclo anual que puede alcanzar más de 50 cm de altura. Posee tallos erectos y poco ramificados con finos pelillos. Las hojas, que nacen alternas a lo largo del tallo, sin peciolo, son pinnadas y muy dentadas en los márgenes con una única nervadura central. Las flores, de color escarlata intenso, acampanadas y casi esféricas, poseen cuatro finos pétalos y dos sépalos vellosos. Los pétalos son muy delicados y se marchitan rápidamente, por lo que las flores no puede usarse en adornos florales.

Las hojas son levemente venenosas para los animales herbívoros. Las hojas verdes frescas (antes de la floración) pueden cocinarse como las espinacas, y son muy apetecibles, con un sabor característico, y pierden las propiedades venenosas al cocinarse, aunque tienen efectos sedantes por los alcaloides que contiene, por lo que su consumo como alimento ha venido decayendo en el sur de Europa

Las semillas son inofensivas y a menudo se utilizan como condimento y en bollería, mientras que los pétalos se usan para elaborar siropes y bebidas no alcohólicas. La savia, los pétalos y las cápsulas contienen rhoeadina, un alcaloide de efectos ligeramente sedantes, a diferencia de la especie Papaver somniferum (adormidera u opio), que contiene morfina. El consumo excesivo puede causar molestias intestinales, y hasta dolor de estómago. (Wikipedia)

REFRANERO

—Por Santa Catalina de Siena las amapolas en los campos el rojo asoman.

—Truenos lejanos, suelta la azada que la amapola dobla el tallo.

—Al que la fortuna quiere bien, las amapolas se le vuelven alcacer, y al que le quiere mal, el alcacer se le vuelve amapolar.

*(Refranero de los frutos del campo Ramón Llorens Barber.-Editorial Taurus