Opinión

Días de mucho, vísperas de ná

Los días pasan y continuamos sin un gobierno sostenible a la altura de las verdaderas soluciones que necesita España para reconducir la situación socioeconómica del conjunto de la población, con dos datos dolorosos y sencillos de comprender, el crédito al consumo ha subido un 8% en los que va de año y la reunificación de deuda familiar se ha incrementado en un 9%. Las personas están sufriendo para llegar a fin de mes y recurren a sus únicas soluciones de endeudamiento para poder vivir o sobrevivir.

Y en este primer intento fallido de investidura de D. Alberto Núñez Feijoo, sin embargo, voy a destacar dos reflexiones que aunque no tienen que ver con la deuda de la población, sí con el deterioro de la política para transformar la sociedad: la primera es que el proceso de desinstitucionalización de la democracia española parece haber llegado a un punto de “no retorno” y la segunda es que aunque el Congreso de los Diputados sigue en su sitio, la política tradicional que gestionaba las necesidades de las personas se ha marchado y ha dejado en su puesto un espacio vacío de respeto que se intuye que irá de la mano de un proceso complejísimo de deconstrucción social y soberanía nacional.

La brecha se ha completado con escenas inconexas de actitudes y posturas de confrontación y evasión. Desde el baile de disfraces de la máscara del subalterno hasta la sombra de las prebendas territoriales, tras el relato de las diferentes fuerzas políticas, se ocultaba la gestión de las expectativas partidistas y la incapacidad del gobierno en funciones de mirarnos a la cara y hablarnos. Fragmentación y fractura, actitudes no propias, vetos, ninguneos y generación de incertidumbre, mientras los tiempos siguen corriendo.

Pero, ¿para qué ha servido un debate que no ha conseguido llegar al destino de un buen gobierno que permitiera transformar las verdaderas necesidades de la sociedad española? ¿para qué ha servido un impecable discurso de Estado y buenas intenciones que tenía en frente un bloque con el foco puesto en gestionar sus propios intereses de poder territorial, partidista y la expectativa de la ruptura política e institucional?

Aunque nos hicieron creer que era una pérdida de tiempo, nos ha presentado la realidad, la verdad de la mentira, y ha aportado dignidad a la política, mostrando que aún late el Liderazgo Constitucional en el baile de máscaras, presentes y ausentes. Es sólido y profundo, aquello que nos lleva a una toma de conciencia para seguir construyendo una España que ha excedido los límites del Congreso hacia la calle, hacia el Senado y hacia el resto de poderes que dan independencia a nuestra Soberanía. Ofrecen consistencia aquellos que preservan de forma democrática lo que se desmorona.

Por tanto y resumiendo, la “no investidura” del Señor Feijoo ha conseguido su objetivo de mostrar la realidad, dignificar la política, reforzar el valor de la Constitución, retratar a los bloques de actores y sus actitudes, lanzar una advertencia pública al PNV de un posible fracaso en la gestión de sus expectativas de poder y territoriales al fiarse de unos extraños e inconsistentes compañeros de acuerdo. En el proceso se ha destapado que la política que gestiona las necesidades de las personas ha sido rechazada por aquella que gestiona las expectativas territoriales y cuando estas últimas, generando desequilibrio, se sitúan por encima de las personas, suele ocurrir que días de mucho, anteceden vísperas de ná.

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