Poco más se puede decir. Como en aquel memorable sketch de Cruz y Raya en el que durante una intervención parlamentaria se abusaba hasta el absurdo del derecho al anonimato de las personas interpeladas y de la confidencialidad de los hechos narrados, solamente puedo decir que, hasta el momento, lo que queda meridianamente claro es que alguien va a hacer algo en algún lugar del Casco Antiguo de Cuenca.
Me refiero, por supuesto, al inescrutable proyecto de remontes a este emblemático barrio Patrimonio de la Humanidad, presentado ahora ya hace más de cinco años en su forma primigenia de cuatro ascensores bajo los nombres de Rueda, Torner, Zóbel y Saura como estudio encargado al grupo de arquitectos Cuenca[In] por parte de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y que nos dejó titulares como “La Junta garantiza fondos para los ascensores y el Ayuntamiento afirma que ‘lo estudiará’” (2018), “Dolz retomará los ascensores al Casco Antiguo” (2019) o “Page y Dolz firmarán el próximo lunes los protocolos para los ascensores al Casco de Cuenca” (2019). Entonces, ¿Qué pasó con los ascensores? ¿Por qué se cambió el proyecto de ascensores a otro de escaleras mecánicas? ¿Quién tomó la decisión de hacer ese cambio? Silencio.
Parecería, pues, material digno de un nuevo sketch cómico si no fuera por la gravedad del asunto en cuestión, y es que en nuestra ciudad poca gracia hacen este tipo de mamandurrias cuando todavía podemos ver la A3 pasar a decenas de kilómetros de la capital pese a encontrarnos en la línea recta entre Madrid y València, o la estación del AVE a cuatro kilómetros del núcleo urbano y junto al vertedero, o el eterno nuevo hospital a otros tantos kilómetros de la ciudad, o el Bosque de Acero y sus siete millones de euros públicos de borrachera urbanística oxidándose junto al río, o, más recientemente, las dos rotondas que nos ofrecen ahora a cambio de tener el vergonzoso privilegio de convertirnos en la primera capital de provincia de España sin tren convencional.
Bueno, pero esto es distinto. Ahora tenemos un proyecto de escaleras que, aunque tampoco sea fruto de la participación ciudadana ni de un concurso de proyectos público, abierto y participado, sí que tiene al menos la misma definición y exposición pública que tuvieron en su día los ascensores en precampaña electoral, ¿no?
¿No?
No. Por increíble que parezca, las soluciones de accesibilidad al Casco Antiguo no solamente no hemos conseguido que sean más abiertas y participadas, sino que con cada nueva entrega nos remiten a un nuevo proyecto más opaco y hermético en su propuesta. Hemos llegado al punto en que, tras un misterioso viaje de nuestro alcalde a París para presentar el proyecto de ascensores ante la UNESCO (entidad encargada de la certificación de ciudad Patrimonio de la Humanidad), este proyecto se desvanece, como si de un bien ensayado truco de espejos se tratara, para dar paso a un proyecto de escaleras que, tras una pomposa presentación hace más de dos años frente al auditorio, con maquetas con arbolitos y PowerPoint incluidos, todavía nadie sabe ni cómo son, ni dónde van, ni qué objetivo tienen más allá de los anuncios de rigor y de las fotografías pertinentes.
Hemos llegado al punto en que estas escaleras, ahora solución indiscutible técnica, social y moralmente, como ya fueron en su día los ascensores, vuelven a arrojar titulares como “Las obras de los remontes del casco de Cuenca podrían empezar a inicio de 2023” (2022) pese a que nadie conoce el proyecto, ni siquiera el Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla-La Mancha a quienes pudimos preguntar personalmente en una reciente reunión. De hecho, para que quienes hayan llegado hasta aquí puedan comprobar en toda su magnitud lo surrealista de la situación, basten estos tres datos escuchados en las jornadas ‘Cuenca, Ciudad-Paisaje’ organizadas por la asociación Los Ojos del Júcar el pasado noviembre: 1) Uno de los arquitectos que redactó el proyecto de remontes en Toledo no presentó oferta por los remontes en San Martín por considerarlos “inviables”, 2) El arquitecto que está realizando la nueva propuesta de escaleras mecánicas no descarta que no se puedan realizar “por motivos técnicos” y 3) En los últimos rumores sobre lo que sea que se quiere hacer, se incluyen ahora ascensores además de las escaleras porque es necesario garantizar la accesibilidad de las personas con movilidad reducida e inicialmente pretendían utilizar un método patentado que no está aprobado en la Unión Europea. El 25 de junio de 2020, el Pleno del Ayuntamiento de Cuenca rechazó con los votos en contra de PSOE y Cuenca Nos Une nuestra moción para la elaboración de un Plan Integral de Accesibilidad al Casco Antiguo de Cuenca y de una consulta municipal sobre los proyectos de remontes al mismo para, por ejemplo, valorar alternativas como los autobuses lanzadera. Dos años más tarde, sin consulta ciudadana, sin participación y sin Plan de ningún tipo, lo que sí queda ya meridianamente claro es que alguien va a hacer algo en algún lugar del Casco Antiguo de Cuenca. ¿No?
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