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“Hemos sido la segunda entidad de Castilla la mancha en tener un servicio de ocio abierto a la comunidad”


Cristina Muñoz es la directora técnica de Aframas, asociación que gestiona la residencia Infantas de España y su servicio de ocio inclusivo, situado en Alonso de Ojeda; un espacio que ahora quiere dar una vuelta de tuerca a la participación vecinal de Cuenca con el Laboratorio Ciudadano, que ha comenzado su andadura con una muestra de cine y su calendario de actividades de adviento.

¿Cómo llegó a este centro?

Llegué aquí en enero de 2009 como monitora de ocio y me gustó un montón, porque venía de ser maestra de educación especial, de trabajar con niños, pero me encantó el hecho de abrir puertas y ventanas en una residencia donde viven personas con discapacidad; empezar a sacarles a la calle y que se sintieran ciudadanos de pleno derecho, participando en la vida de la ciudad. Antes también salían y acudían a deportes, pero un grupo minoritario. Ahora salen a hacer amigos. Desde que Aframas abrió su servicio de ocio todas las entidades de cuenca tienen monitores de ocio, porque se ha visto que vale pena apostar por la inclusión y las aficiones. Hemos sido la segunda entidad de Castilla la mancha en tener un servicio de ocio abierto a la comunidad.

Los chicos de Infantas de España hoy son gente del barrio.

Yo me acuerdo cuando les hacíamos entrevistas y alguno nos contaba que ir a la biblioteca era como una excursión. La historia de la discapacidad ha tenido una trayectoria a lo largo de la historia en la que se ha trabajado mucho para llegar donde estamos. Las personas mayores con discapacidad han tenido una infancia difícil. Todavía hoy cuesta un montón que aprendan a decidir lo que quieren en su vida, porque no han tenido oportunidad de elección. Para mí ser monitora de ocio fue un reto, porque no sabían nada de sus gustos y elecciones. No sabían si les gustaba más la música moderna que la clásica. Nosotros les hemos dado muchas oportunidades para que aprendan a elegir.

Los residentes siempre me dicen que ahora tienen mucha más libertada que antes”

¿Ha sido difícil hacer el cambio?

No, porque siempre han sido muy participativos y están abiertos a disfrutar su vida como se merecen. Cuando preguntas a los residentes cuándo vivían mejor, ahora o cuando eran más joven, siempre dicen que ahora tienen mucha más libertad que antes.

A la mayoría los conoce desde el primer día.

Algunos llevan más de treinta años aquí. Nuestra asociación está registrada legalmente desde 1982, pero antes tenían la residencia en el Parador. A veces pasamos por allí y alguno señala “¡mira, esa es mi habitación!”. Las instalaciones de los talleres ocupacionales se hicieron en 1988, la residencia es anterior.

Poco a poco fue adquiriendo nuevas responsabilidades en el centro.

Comencé de monitora y de ahí pasé a ser responsable del servicio de ocio y metimos a dos personas más para que me ayudasen, porque se vio que el ocio era muy bueno para las personas con discapacidad. Cada vez demandaban más salir a la calle y hacer más actividades deportivas, salir a comer o a cenar y disfrutar de su tiempo libre, así que tuvimos que ampliar la plantilla. ¡Y, al final, de directora me ha tocado!

¿Con cuántos trabajadores cuentan?

Tenemos 37 trabajadores. Tenemos gente que trabaja de lunes a viernes y personal de limpieza y sanitarios que trabajan de lunes a domingo.

¿Y cuántos internos?

En estos momentos 44.

Yo no hubiera tenido la paciencia y el buen llevar que han tenido ellos con el Covid-19″

La pandemia habrá sido uno de los momentos más duros que han vivido aquí.

Fue horroroso. Tenemos la suerte de estar en el centro de la ciudad, pero no tenemos un espacio para salir al aire libre y, cuando ha llegado el Covid-19, han estado encerrados en sus habitaciones sin salir durante meses. ¡Pero se han portado…! Yo no hubiera tenido la paciencia y el buen llevar que han tenido ellos con todo esto, ha sido impresionante.

Después de un montón de años animándoles a salir, resulta que les tenías que ordenar que no podían salir a la calle.

Sí, ha sido durísimo. Pero creo que lo pasamos nosotros peor pensándolo y viendo cómo sus derechos se veían coartados. Por decretazo no podían salir a la calle, ni recibir visitar o ir a sus casas. Sin embargo, los trabajadores íbamos al centro y volvíamos a nuestras casa. Ellos han valorado mucho cómo les hemos atendido y cómo hemos protegido su salud. Creo que se han sentido agradecidos. Lo han visto duro, pero les transmitimos que íbamos a cuidar de ellos y que no les iba a faltar de nada.

¿Hubo algún brote o situación complicada?

Sí, y fallecieron dos personas.

¿Ya se ha vuelto a la normalidad?

Ahora ya se permiten visitas, se pueden ir a casa por vacaciones y no tienen que volver con una PCR hecha 72 horas antes del ingreso. La vacuna ha venido muy bien. Ahora todo está más libre y esperamos que siga así.

El Laboratorio Ciudadano quiere dar vida a los barrios y mejorar la calidad de vida de todas las personas”

La nueva propuesta de Aframas, el Laboratorio Ciudadano, da un paso más en su filosofía de ocio inclusivo, con el objetivo de abrirse todavía más a Cuenca.

Es un proyecto ilusionante, porque no consiste solamente en estar presentes en la ciudad, sino en aportar valor, que no nos vean solamente por la calle y disfrutando, sino que aquí estamos también para dar vida a los barrios y mejorar la calidad de vida de todas las personas.

¿Cuántos proyectos se presentaron a la primera convocatoria?

Veinticuatro. Tuvimos una reunión con todos los promotores y vimos que muchos proyectos tenían similitudes y se podían concentrar en once. Al final surgen sinergias. De hecho, nuestro primer proyecto, que se titulaba ‘Con otras mirada de cine’, presentado por una asociación que se llama Centro Crea, se enlaza con el de otra persona, que pidió un cine de barrio. Lo difícil es poner una fecha que le venga bien a los promotores y, a partir de ahí, movilizar a todos los ciudadanos que quieran participar.

¿Mucha participación de los barrios que os rodean: El Salvador, Tiradores, Casco Antiguo…?

La Asociación de Vecinos del Salvador nos han presentado dos proyectos.

¿Nos quiere adelantar alguno de los proyectos futuros?

El siguiente que tenemos en marcha es el de los bancos abatibles. Es un proyecto que recoge una idea de Decide Madrid, que presentó una funcionaria del Ayuntamiento para barrios como Lavapiés, con calles de aceras estrechas en los que se instalan bancos para que la gente se siente. Nosotros vemos constantemente a las personas mayores subir con sus bolsas la cuesta General Santa Coloma y pararse en los portales. De hecho, pusimos un cartel en nuestra puerta y descansasen a mitad del camino. Cuando vimos lo de los bancos abatibles, pensamos que eso es lo que estábamos buscando. Vamos a prototipar unos bancos para sitios con pendiente o de largo recorrido que no tengan asientos y vamos a hacer un mapeo comunitario por distintos barrios de Cuenca, para encontrar los sitios estratégicos en los que la gente necesite sentarse.

¿Contará con colaboración del Ayuntamiento?

Van a venir de UFIL a conocer el proyecto. Nos gustaría que el diseño fuera de la Asociación de Diseñadores de Cuenca, de Cruz Novillo, de Bellas Artes… Incluso se podría hacer un banco diferente en función de la personalidad del barrio… Es un curro darle un sentido y que sea un aliciente para ir a pasear por esos barrios.

Además del Laboratorio, se mantienen los talleres que hacéis en el centro ocupacional.

Ahora tenemos un taller de carpintería, uno de encuadernación y grabado laser y otro de jardinería en la carretera de Guadalajara. Ahora lo que nos gustaría es ayudar a los vecinos y hacer algo parecido a lo de Recicleta, pero con muebles, que la gente pueda venir al taller y que les enseñemos a restaurar para reutilizar y no tirar tanto al a basura, que los tiempos no están como para comprar y tirar. Y, sobre todo, para hacer encargos personales, piezas que no se pueden hacer en otro sitio. De encuadernación hacemos todo tipo de cuadernos, carpetas y cajas y, de grabado laser, todo lo que quieras, porque grana en metraquilato, azulejos, donde quieras. 

Falta escuchar a los que no se escucha”

Insistir en esa filosofía: esta es una casa abierta.

Lo que queremos es que la gente participe, que aporte ideas y vea que, a través de la participación ciudadana, podemos mejorar nuestra ciudad sin necesidad de grandes financiaciones, que también hace falta. Para hacer el calendario de adviento hemos tenido que hacer una solicitud al Ayuntamiento, al final siempre necesitas el respaldo de las instituciones, pero nosotros, los ciudadanos, somos los que hacemos la ciudad y, sin nosotros, esto se muere. Ha venido Filomena y ha salido gente a limpiar las calles. Ha venido el Covid y has ayudado a la gente. Somos nosotros los que tenemos que hacer las ciudades, si viene un político y te dice que te va a quitar el tren, vamos a reflexionar entre los distintos agentes. Considero que es fundamental escuchar al ciudadano de calle y la gente que no tiene voz. Tenemos el Consejo Social de Participación Ciudadana, el órgano mayor de la ciudad, que inspira al Laboratorio Ciudadano. Se supone que debería tener un grupo motor que elabore proyectos para elevar al Consejo Social, pero no se hace. Falta escuchar a los que no se escucha, aprovechar la inteligencia colectiva.

La ciudadanía también tiene que arrimar el hombro.

Que los políticos pongan de su parte es fundamental, pero si en una ciudad la gente no es respetuosa, acogedora con los vecinos y los turistas y no hay buen ambiente, al final la ciudad es fría y distante. Cuando viajas a un sitio lo que te llevas es el buen trato cuando vas a un bar a tomar algo, o ves a los niños jugando, más que la propia oferta turística de la ciudad. La función que tiene el Laboratorio es que haya la vida en las calles.

Y también hace falta dinero, claro. Aproveche que vienen ahora Papá Noel y los Reyes Magos: ¿qué les hace falta?

Para que esto funcionara estaría fenomenal que aporten un poco de calefacción, para que este centro pudiese abrir más tiempo del que lo tenemos abierto. Nosotros abrimos de 9 a 2 y de 4  7 y asumimos esos gastos, pero si queremos que de verdad venga la gente hay que abrir los fines de semana y eso tiene un coste. Si asumieran ese sobrecoste me daría por satisfecha.







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