Rubén Pozo protagoniza este viernes en el pub Los Clásicos de Cuenca una sesión doble en la que repasar parte de su trayectoria sobre los escenarios hasta llegar a Vampiro, su último trabajo de estudio, lanzado en 2023.
Tres décadas de carrera avalan al barcelonés criado en Alameda de Osuna, que comenzó a despuntar con los Buenas Noches Rose, triunfó con Pereza y ha tenido una sólida carrera en solitario. Llegados a este punto, Pozo celebra que “puedo mirarme en espejo sin apartar la mirada y me siguen saliendo canciones, de hecho ya estoy pensando en el siguiente disco”, desvela en una entrevista a Europa Press.
Pozo confiesa que “todavía tengo curiosidad y me sigue encantando la magia de hacer una canción, es mi sensación preferida de la vida”. Tampoco puede quitarse “de la droga dura del escenario, soy adicto a él y cuando llevo tiempo sin subirme a uno me vuelvo mustio en mi vida privada e inaguantable para los que me rodean”.
En Cuenca propondrá, junto a Ana Diego, un formato acústico a guitarra y dos voces con el que están recorriendo varias salas de España. Un concierto cercano que contrasta con la moda de los grandes festivales a los que Rubén Pozo acude si le llaman para tocar, pero por los que no se prodiga como espectador, “porque pasadas las cuatro horas yo creo que quiero dejar de escuchar música, pienso en diez horas seguidas de grupos y me quiero cortar las venas, aunque fueran seguidos The Beatles, The Rolling Stones, The Who, Los Ronaldos y Radio Futura; prefiero una hora de estos grupos durante diez días, pero diez horas haciendo lo mismo, sea escuchando música, viendo series o cortando leña, no va conmigo”. En cambio, sí que le gustan los conciertos matinales que también se pueden ver en algunos de estos eventos.
Una parte del repertorio de la actuación en Cuenca estará protagonizado por Vampiro, su último trabajo. “Es un disco que grabé casi todo yo, pequeñito, muy basado en el poder de las canciones y con pocos arreglos”, explica el artista, satisfecho con este proyecto que huye de lo barroco en un proyecto pospandemia, gestado cuando todavía había algunas limitaciones a las reuniones de mucha gente, lo que marcó ese planteamiento.
Es también un trabajo romántico, un concepto algo denostado hoy en día por algunas corrientes de pensamiento. Rubén Pozo no tiene problema en calificarse como romántico y lo muestra en un disco “que tiene mucha luz y mucha oscuridad, una parte mañanera y otra de madrugada en soledad”.
En una de las canciones del disco, Gente, la batería la grabó su hijo Leo, que tenía quince años, al que también le ha picado el gusanillo del rock. “En realidad, a él lo que le gusta es el heavy metal y esa canción es un medio tiempo, así que me dijo que era un poco flan y que le hubiera molado una más cañera; pero creo que cuando yo no esté en este mundo escuchará este mundo y la entenderá mejor”, vaticina.
Rubén Pozo considera que “el rock no tiene que ver solamente con distorsión. Para mí Johnny Cash cantando Hurt es más rock que Metallica”. Además, cada vez le importan menos las etiquetas musicales: “Yo quiero escuchar algo que me emocione, aunque sea un tipo que canta mientras toca con una cucharilla una botella de chinchón”, afirma un Pozo que en la actualidad “escucho un poco de todo, es un signo de estos tiempos, hay momentos para trash metal y momentos para Mozart”.
Además, el músico no solo recurre a los clásicos, “de hecho, desde hace un tiempo trato de escuchar solo nuevo y me gusta cuando acaba un disco y el algoritmo me descubre cosas”.
Casualmente, el concierto de Rubén Pozo llega una semana después de la actuación en Cuenca de una banda tributo a Leiva y a Pereza. “Creo que a cualquier grupo lo que le gustaría es tocar su repertorio, pero es más fácil moverse con un tributo y hay diferentes niveles, hay unos que hacen canciones de Pink Floyd y llevan láser y hacen volar un cerdo”, comenta el cantante, comprensivo con este fenómeno, sobre todo cuando son bandas que ya no existen, es más raro con grupos que todavía existen; pero yo estoy con los músicos siempre, si se ganan la vida con eso lo veo bien”.
La primera sesión del concierto de Rubén Pozo en Los Clásicos dará comienzo a las siete de la tarde y todavía quedan entradas en este enlace. El segundo pase es a las once de la noche y ya tiene aforo completo.
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