Semana Santa

Una multitud acompaña al Amarrado en un Vía Crucis con nuevos matices sonoros

Una multitud ha acompañado a Jesús Amarrado a la Columna en su Vía Crucis por el barrio de San Antón en el primer viernes de Cuaresma, en una fría noche de oraciones y velas que han recordado a los conquenses que ahora sí que huele a cera.

Pasadas las ocho de la tarde, pocos minutos después de la conclusión de la tradicional misa, se han abierto las puertas de la iglesia de la Virgen de la Luz para que se pusiera un cortejo procesional que tenía como principal novedad el acompañamiento musical del Trío de Capilla de Cuenca, que introdujo un nuevo matiz sonoro a una procesión que siempre se ha movido a golpe de rezo y horquilla.

Tras un multitudinario recibimiento en a orillas del río Júcar, Jesús Amarrado ha comenzado su Vía Crucis por las laberínticas calles de San Antón, siempre acompañado de las autoridades y de una gran cantidad de fieles que seguían sus pasos en cada una de las estaciones del recorrido. Esta es procesión no camina, sino trepa, hasta el punto en que la imagen de Marco Pérez llega a encaramarse por los tejados del empinado barrio conquense, que no acostumbra a estar tan concurrido.

La comitiva penitencial ascendió hasta lo más alto de San Antón a ritmo ceremonioso y con pausas para reflexionar sobre las lecturas de cada una de las estaciones. Cumplidas las estaciones, el Amarrado volvió a desplazarse entre callejuelas con paredes ornamentadas de grafitis y cables para regresar a su templo de origen, recibido nuevamente por la Cuenca nazarena que ha hecho suya esta cita anual de la hermandad del Jesús Amarrado a la Columna.

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