Semana Santa

El sonido del silencio del Miércoles Santo de Cuenca

Las hermandades del Miércoles Santo completaron una procesión del Silencio a ratos vivaz y a ratos profunda, confirmando que tras una combinación acertada de ingredientes aparentemente dispares está la receta que diferencia a Cuenca entre las celebraciones de la Pasión.

Un buen ejemplo es que la procesión del Silencio, paradójicamente, está llena de sonidos desde el primer momento, con el bullicio en los templos en los momentos previos a la salida, el del público que comenta su Semana Santa con el vecino de acera y, naturalmente, el de los músicos que ponen combustible al Miércoles Santo.

PUEDES VER LA VIDEOCRÓNICA DE LA PROCESIÓN EN ESTE ENLACE

En una abarrotada Plaza de la Hispanidad, desde San Esteban, se puso en marcha la procesión con la salida de la Oración del Huerto y del Prendimiento, que ha pasado por las manos de Mar Brox para desfilar este 2023 con su flamante talla restaurada. Siguiendo los pasos de la banda de la Junta de Cofradías, los banceros del Huerto empezaron el desfile con una larguísima tirada en Aguirre, mientras que los portadores del Judas balancean su paso al ritmo de la Asociación Musical La Concepción de Horcajo. balanceos al ritmo de las bandas de la Junta de Cofradías y Horcajo.

El Silencio es melodía en la subida hasta El Salvador, donde se incorporó a la comitiva la hermandad de Nuestra Señora de la Amargura con San Juan y se subió de inmediato al carrusel sonoro del Miércoles Santo conquense.

Tras atravesar Solera, los banceros deshicieron el nudo gordiano de la calle del Peso con la misma facilidad que se desatan las zapatillas. El Silencio compone poesía en movimiento en las estrechas calles de Cuenca.

La tarde agonizaba cuando los hermanos de la virgen de la Amargura con las filas repletas, empezaban a desfilar por Andrés de Cabrera. Para entonces la cabecera estaba a punto de completar la primera parte de la procesión. El primero en alcanzar la cima fue el Huerto, que festejó en los arcos que ha completado la primera parte del recorrido. El ambiente en la Plaza Mayor fue también motivador para los banceros el Judas y de San Juan y la Virgen para completar una vistosa entrada. El entusiasmo no tiene por qué estar reñido con el rigor. Al fin y al cabo, como dice Nietzsche, nada sale bien si no participa de ello la alegre travesura.

La procesión del Silencio se expandió en la Plaza Mayor. El himno de España activó a la Santa Cena de Octavio Vicent, con una corona nueva ciñendo la frente de la figura de Jesús.

Justo después la hermandad de San Pedro, a golpe de horquilla, descendió del templo que lleva su nombre hasta la Plaza Mayor para alistarse a la procesión. Hicieron lo propio la Negación de San Pedro y el imponente Ecce Homo de San Miguel. La comunidad del Silencio estaba formada, era el momento de retomar el viaje.

La procesión se volvió íntima en la bajada por la antigua Correduría, con su luz cálida y reconfortante para los nazarenos que empezaban a sentir frío, entre ellos alguno que caminaba, por penitencia, con sus pies desnudos. La luna llena embrujó el paso del cortejo por San Juan, donde las  marchas procesionales suenan a vals y la curva de la Audiencia es el lago de los cisnes donde danzan los banceros. 

La larga comitiva fue, un paso tras otro,, conquistando la Cuenca llana, donde los voluminosos pasos del Miércoles Santo pueden exhibir toda su extensión. A la altura de Ruiz, el Huerto se detuvo para girarse en la memoria de una hermano, César Pérez.

A la hora señalada la procesión del Silencio desembarcó en San Esteban. Allí terminó una hermosa singladura por la callada belleza de Cuenca a bordo de un barco de contrabandistas de sonidos y emociones.

ÚLTIMAS NOTICIAS DE SEMANA SANTA EN ENCIENDE CUENCA