Semana Santa

Resurrección luminosa para redondear la Semana Santa que Cuenca se merece

Resucitó. Resucitamos. La procesión del Encuentro completa una Semana Santa plena, la que Cuenca necesitaba para sacudirse el polvo. Todavía hay mascarillas, crespones negros en los pasos y vacíos en las filas. Hay cosas que nunca se reconstruirán, pero al fin y al cabo, como dice Susan Sontag,  vivir entre ruinas nos da la tranquilidad de que podemos sobrevivir a cualquier desastre.

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El sol brilla por decreto en el Domingo de Resurrección en el inicio de la procesión desde la iglesia de San Andrés. La marea blanca de nazarenos de blanco de la hermandad del Resucitado se tiñe con pinceladas de los colores de las túnicas y los estandartes del resto de cofradías que están invitadas al último cortejo procesional del año. Muchos brazos jóvenes bajo los banzos de Jesús Resucitado y la Virgen del Amparo. Algunos participantes llevaron la mascarilla en este desfile que precisamente se caracteriza por los rostros descubiertos.

Los banceros del Resucitado de Martínez Bueno, recientemente restaurado, ejecutan una complicada maniobra antes de encarar el paso hacia la salida por la calle de San Juan. El paso avanza por Palafox con el asombro del que ha vuelto de las tinieblas. Volver a la vida y encontrarte con Cuenca es un maravilloso regreso.

La Virgen, que estrena corazón, prefiere callejear por el laberíntico barrio del Salvador antes de coger la calle de Los Tintes.

La Virgen, que estrena corazón, se marcha en dirección contraria. Prefiere callejear por el laberíntico barrio del Salvador antes de coger la calle de Los Tintes. El Huécar la guía hacia el reencuentro con su Hijo. La música de la banda reverbera en la corriente del río. El Domingo de Resurrección es el remanso de paz de la Semana Santa de Cuenca.

Cientos de conquenses que se agolpan tras las vallas en la Plaza de la Constitución para recibir a las hermandades. El Cristo Resucitado está en el tramo final de Calderón de la Barca cuando la Virgen del Amparo asoma por la esquina del hostal Cánovas. Las pupilas de las imágenes se abren al cruzar sus miradas. Una nazarena despoja a la Madre del luto para que pueda exhibir su manto verde. Vuelan palomas y bailan los pasos para celebrar El Encuentro entre aplausos del respetable. Esta es la única procesión en la que las palmas tienen un pase.

Antes de continuar el trayecto por Carretería, las hermandades depositan un ramo de flores en el monumento al nazareno. Homenaje a los que se han ido. Más adelante, en la Plaza de la Hispanidad los banceros se giran para recordar a otro hermano caído en estos años funestos. Ha sido una Semana Santa en la que, por desgracias, se ha repetido menos ese gesto cómplice de las hermandades con su gente.

La banda de la Junta de Cofradías desfila por última vez por Aguirre para dirigir una procesión que es golpeada con dureza por sol en este tramo final del trayecto. Hay entre el público de Solera espectadores que ofrecen un trago de agua a los fatigados nazarenos. El calor y el esfuerzo acumulado contribuyen a que la procesión se parta temporalmente. Finalmente, se reagrupa en la entrada de la calle del Peso.

La comitiva llega a San Andrés con media hora de respecto al horario previsto. Se retira primero el Resucitado, con gran esfuerzo de sus banceros. La Virgen, entra con mayor ligereza, bailando, colmada de alegría. Así termina una Semana Santa brillante, tan grande como su gente. Como los que están, y como los que se fueron.

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