Opinión

El (in)civismo político contra el ferrocarril Madrid-Cuenca-Valencia

Siguiendo las recomendaciones de la Unión Europea, la secretaria del Ministerio de transportes, movilidad y agenda urbana (MITMA) alardeó en el Senado de la importancia de la red convencional y la voluntad de realizar un cambio estratégico del modelo productivo, para acelerar una movilidad sostenible, segura y eficiente. Resaltando que gracias a los fondos europeos contamos con un presupuesto de vértigo.   

Sin embargo, el MITMA y el gobierno de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha, pretenden dejar a la línea de ferrocarril Madrid-Cuenca-Valencia fuera de la gran transformación proyectada por Europa. Excluyen a Cuenca del proyecto europeo, destruyendo la línea que beneficia a los pueblos de la provincia.  

Considerando que la decisión de desmantelar la línea férrea, que propugnan los dirigentes del PSOE, no figuraba en ninguno de los programas presentados por el partido, nos encontramos ante un engaño. La conducta tramposa de los gobiernos, estatal y regional, se convierte en el principio rector de su comportamiento político, aunque se revista de grandes palabras. Lo grave de la mentira -por omisión-, es que contribuye a que la ciudadanía desconfíe de las instituciones democráticas.  

La estrategia del PSOE, de aprovechar las catástrofes (Filomena y la Covid-19), para destruir la línea de ferrocarril Madrid-Cuenca-Valencia, erosiona las instituciones democráticas, no es respetuosa con la ciudadanía, ni con las normas de convivencia política. Su propuesta de recortes en la inversión pública, demandada por la CEOE-CEPYME de Cuenca, para despojar a la ciudadanía de terrenos y servicios públicos, es tan injusta como sospechosa.  

Con vistas a justificar la destrucción de la línea de ferrocarril convencional, los poderes públicos se atreven a falsear la realidad, alegando que el ferrocarril no es el futuro, justo el año en que MITMA destina al ferrocarril convencional un presupuesto histórico, (superior al que destina a la Alta velocidad) y contamos con los fondos europeos de recuperación y resiliencia.   

El plan de destrucción del ferrocarril Madrid-Cuenca-Valencia es infame, porque atenta a la identidad regional y discrimina, por intereses localistas. Uno no alcanza a entender, que el MITMA y el gobierno destruyan una línea (Madrid-Cuenca-Valencia) y, al mismo tiempo, lleven a cabo la modernización de otra (la de Brazatortas-Guadalemuz, de Ciudad Real) o negocien para que el Ministerio no suprima el ferrocarril convencional de Chinchilla de Monterearagón-Cartagena.  

¿Por qué el MITMA y el gobierno regional defienden unas líneas férreas (en Ciudad Real y Albacete) y se atreven a destruir la de Madrid-Cuenca-Valencia? Es obvio que el gobierno regional percibe la provincia de Cuenca como un criadero de votos residual. Como está despoblada, tiene menos derechos, no es una prioridad y se la abandona a su suerte.  

Por todo lo cual, al gobierno regional está aceptando que el MITMA destruya el futuro con el tren, de la provincia más atrasada, más despoblada, con menos representación, menos votantes, y presione de forma indigna a las instituciones, provinciales y locales, para que sigan su consigna.  

No contento con ello, el MITMA y el gobierno regional se han propuesto, sin escrúpulos, persuadir a la población de que la supresión de los bienes y servicios públicos, del Estado del bienestar en Cuenca, es una magnífica idea. Así que el MITMA y el gobierno de Castilla-La Mancha utilizan sus poderes (estatal, regional, provincial y local) y compran a los medios de comunicación, para cambiar la mentalidad de la sociedad, envolviendo sus falsedades contra el tren, en palabras ampulosas, con las que venden la destrucción de la línea de ferrocarril – que perjudica el futuro de la provincia-, como una inversión de millones en la capital. 

Es tan impopular el proyecto de destrucción del ferrocarril, que el MITMA ha cocinado un improvisado plan, sin participación ciudadana, como chantaje a la capital, para que sacrifique a los pueblos de la provincia. El proyecto es un engendro, repleto de obviedades grotescas (“integrales, supramunicipales y verdes”), con anuncios ridículos, que no aporta nada, carece de viabilidad técnica, financiera, administrativa y va en contra de los deseos de una gran parte de la población.  

A la vista del chantaje del MITMA y el gobierno regional, sobre el ferrocarril, cabría decir que sus conductas públicas están aquejadas de una falta de civismo innegable. El gobierno de Castilla-La Mancha decepciona a la ciudadanía, imponiendo, de manera caciquil, una reconversión urbanística y la especulación del suelo público, de donde suelen surgir fuentes espurias de financiación clandestina de los partidos políticos.  

Tenemos que movilizarnos para cambiar esta partidocracia clientelar, cuyas cúpulas controlan la representación, impiden la participación y no tienen en cuenta a la ciudadanía. Debemos decir no, a una política injusta contra la provincia de Cuenca, que no defiende un interés general, favorece la corrupción, degrada la democracia, desprecia la dignidad y vulnera los derechos y servicios públicos del Estado del bienestar.  

Esperemos que el presidente, García-Page, opte, con decencia, por cumplir su contrato con la ciudadanía sobre el ferrocarril, recogido en el programa, que presentó ante las Cortes de Castilla-La Mancha, el dos de julio de 2019.