El Auditorio José Luis Perales de Cuenca presenta este sábado 20 de abril La caja de luz, una ópera con ADN conquense gestada por Manuel Millán, con libreto de Gustavo Villalba y puesta en escena por el proyecto Algama liderado por Carlos Lozano.
La aventura de La caja de luz, comenzó hace más diez años, después de que Millán estrenara en 2011 Aunque es de Noche, una obra para violonchelo basada en un poema de San Juan de la Cruz que fue encargo de la Semana de Música Religiosa de aquella edición. “Además de que estaba muy místico por el ambiente esta obra, empecé a pensar que ya tenía una edad y quería hacer determinadas cosas, entre ellas una ópera”. Trasladó su idea al poeta Gustavo Villalba para pedirle que se encargara de un libreto para una ópera de cámara para pocos integrantes “y que tocara temas religiosos, pero no fuera dogmática”.
Gustavo Villalba tomó nota y lo primero que se planteó es que el texto “debería ser tan válido cuando lo escuchase un cristiano, un musulmán, un judío o quien fuera; que fuesen temas religiosos, pero de carácter universal y muy de la mano con con la filosofía, que sirva no solo para personas creyentes, sino para personas que les guste reflexionar”.
El resultado fue, según el poeta, “un canto a favor del libre pensamiento, de la libertad individual de cada uno y una una crítica de cómo muchas veces la gente se aprovecha del poder que tiene para dirigir a las masas y sacar provecho personal de ese poder”.
Esa sinopsis de una obra escrita hace una década encaja con la actualidad de 2024 y se adelanta también en el tratamiento de otra cuestión vigente como es la liberación de la mujer, “planteado antes de los movimientos sociales actuales”, apunta Millán. Las tres mujeres protagonistas representan a las tres religiones monoteístas y con ellas Villalba rinde tributo “rendir tributo “a la inteligencia y el coraje femenino·.
Las tres mujeres protagonistas representan a las religiones monoteístas y rinden tributo a la inteligencia y el coraje femenino”
Gustavo Villalba
Villalba, influenciado por su formación humanística y su experiencia como actor de teatro grecolatino, introdujo en la obra ingredientes extraídos de la mitología clásica, versos del Antiguo Testamento y una estructura de los salmos de la Biblia.
Por su parte, Manuel Millán destaca que “escribir música es una experiencia maravillosa” y se acuerda de sus maestros e ídolos, entre ellos Penderecki, al que pudo conocer en una Semana de Música Religiosa. En la Caja de Música logró combinar “gracias a la crudeza del texto, llegar a ser desgarrador en lo sonoro y, a la vez, bastante comprensible. Hay unos viajes sonoros tremendos, desde un nihilismo casi de Puccini, pero todo tamizado por Manuel Millán”.
Unos meses después del encargo veía a la luz un texto “muy trascendente, lleno de simbolismos y recursos humanos religiosos y no religiosos”, según Millán. Juntos comenzaron a escribir y en el año 2013 firmaron la que se puede considerar la primera ópera conquense de la historia, si no se incluye en esa definición Isabel, un cuento lírico de José Miguel Moreno que se estrenó en 2016 en el Teatro de la Zarzuela de la mano de la Escolanía Ciudad de Cuenca, dirigida entonces por Carlos Lozano, la tercera pata de este proyecto.
“Son conceptos diferentes”, apunta Lozano, que considera que la ópera “es el género más completo que existe, porque tiene todas las artes que puede haber. Estoy seguro de que si hubiera existido el cine cuando las compuso, Verdi hubiera metido cine en las óperas. Lo que ves en Star Wars lo tienes ya en la ópera”, añade.
La caja de Luz estuvo unos cuantos años en el cajón hasta que la obra llegó a Carlos Lozano, que conocía desde hace mucho tiempo a Manuel Millán, con el que había compartido estudios de guitarra “e incluso dimos juntos un concierto en dúo”. Después tomaron caminos profesionales diferentes y el de Lozano se dirigió por el canto. Pasó por el Teatro Real y, cuando regresó a Cuenca, impulsó el proyecto Cuenca Ciudad de Música “basado en esa marca que se quiso hacer en la década de los ochenta como uno de los proyectos que tenía el Ministerio de Cultura junto al Teatro de la Zarzuela, el Auditorio Nacional de Madrid y el de Valencia, que nos hizo creer que Cuenca podía ser una referencia”.
Lozano impulsó a través de este canal numerosos proyectos y ha defendido su apuesta por la nueva creación. “En Cuenca contamos con muchos y buenos compositores: Manuel, José Miguel Moreno Esteban Usano, Francisco Torralba, Murgui Pedro Pablo Morante, Aguilar… Para ser un pequeña ciudad tiene una escuela de composición importante de música clásica y eso hay que hay que aprovecharlo y darle relevancia, porque tenemos que apostar por nuestra música. Hacer Bach evidentemente es muy bonito, pero tienes que apostar por el arte musical que hay aquí y da la casualidad de que hay muy buen nivel”.
Cuenca tiene una escuela de composición importante de música clásica”
Carlos Lozano
Cuenca Ciudad de Música hizo encargos a compositores de la tierra, entre ellos una Pasión según el Evangelio Apócrifo de Pedro a cargo de Manuel Millán, que se estrenaban en unos ciclos musicales de Cuaresma. Años después Lozano se enteró de Millán había hecho esta ópera y le propuso hacerla.
La caja de luz se estrenó en diciembre de 2022 en la Fundación Antonio Pérez, “muy amoldada para el espacio”. A pesar de la escasez de recursos y las limitaciones del espacio, la obra salió adelante con el apoyo de la Fundación Antonio Pérez, el Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha y la Subdelegación del Gobierno. El estreno fue un éxito, se reivindicó y se ganó el derecho a dar el salto al Auditorio de Cuenca.
“Si haces una ópera, tienes que ir a un teatro operístico y el Auditorio también es operístico, no para hacer un Verdi, pero sí para óperas de cámara”, apunta Carlos Lozano, que considera que “es el sábado cuando la Caja de Luz se la juega, luego el tiempo dirá si no vale, pero en cualquier caso es patrimonio y la gente que se decida a la cultura tiene la obligación de crear patrimonio de calidad, que se caracterice porque sea único, personal y de vanguardia”.
Lozano subraya también la importancia de que este patrimonio pueda ponerse en pie, como va a hacer su compañía este sábado, así como de que quede plasmado en formato físico. “Habría que coger esta obra y plasmarla en un libro para que dentro de cien años alguien la coja y quiera hacerla”, opina el director.
“Si no hay personas como Carlos, no habría manera”, interviene Manuel Millán para recordar el desgaste emocional y económico que supone afrontar un proyecto como este. “Siempre es más fácil hacer Mozart o Verdi, porque tienes menos riesgo, pero programar a Manuel Millán o a Paco Torralba es un riesgo que hay que aplaudir. “Si no nos encontramos con Carlos, igual seguiría en el cajón”, apostilla Villalba.
“Un autor necesita unos intérpretes, que somos nosotros, que cogemos la obra para darle una visión totalmente diferente. Yo no sé por qué el pone ciertas cosas en el texto, yo lo cojo y pasa por mi filtro para darle una nueva vida”, asevera Carlos Lozano, que forma parte del elenco. La diferencia con otras óperas que ha hecho es “que Mozart y Verdi no están aquí para ver mi interpretación”. En este caso, autores y director comparten la experiencia de levantar la obra.
Menciona Lozano la dificultad que tiene afrontar un libreto tan poético como el de Gustavo Villalba, “porque escénicamente es difícil llevar a cabo las figuras literarias. Es una obra muy mística, mental, pero hay que ponerla en el escenario y necesita drama”.
El escritor confiesa que toda esta experiencia compartida “está resultando muy enriquecedora, porque me permite comprobar interpretaciones del texto que hice desde otras sensibilidades. La música y la literatura es algo vivo y necesita de otros seres vivos para mantenerse, crecer y que los demás la entiendan”.
“Creo que ha ayudado que los tres nos parecemos mentalmente, no ha habido un enfrentamiento sino nuevas visiones”, apunta Millán. “Somos tres idealistas en una ciudad demasiado rancia para tanto idealismo”, opina Villalba.
“Hay que romper esquemas, arriesgarse y, si quieres algo, tienes que construirlo tú”, defiende un Carlos Lozano que además recalca lo efímero del arte de la música. “Llevamos un montón ensayando y en una hora y cuarto se esfuma, por eso me parece importante que dejemos la idea de que esto no se quede aquí y sirva para que haya más compositores y obras en nuestra ciudad. Quizás algún día podamos ser una ciudad referente en arte y música contemporánea”, sueña el director.
La caja de luz es una obra incluida en el catálogo de la Red de Artes Escénicas de Castilla-La Mancha. Lozano avisa que la ópera que verán los espectadores “no tiene nada que ver” con lo que se representó en la Fundación Antonio Pérez”, ya que hay más medios, aunque no deja de ser una obra “bastante minimalista que puedes hacer muchas veces”.
La caja de luz es una obra universal, lejana a cualquier cuestión popular conquense”
Manuel Millán
Personalmente, para Manuel Millán será un día especial, ya que el Auditorio de Cuenca es uno de los escenarios de su vida. “Estuve en el primer concierto de Jordi Savall y en la inauguración oficial con la reina Doña Sofía en el año 1994, para mí es mi teatro y es un orgullo”, reconoce el autor, que sin embargo enfatiza que La caja de luz “es una obra universal, lejana a cualquier cuestión popular conquense; si se estrena mañana en Tokio se va a entender igual que en Cuenca, así que si el Metropolitan de Nueva York nos llama estaremos muy contentos”, bromea Lozano observa que quizás es complicado introducirla en otro lugar de Castilla-La Mancha, pero sí que ve posibilidades de llevarla a Madrid.
Las entradas se pueden adquirir en este enlace. Gustavo Villalba, para concluir, anima a la gente a asistir a las personas que no han estado nunca en una ópera “parque se enganchen a este maravilloso mundo con La caja de luz”. Por su parte, él ya tuvo la oportunidad de ver el último ensayo, como un espectador más, “y se me puso la piel de gallina y se me saltaron las lágrimas”.
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