La reciente llegada de un cuadro de Salvador Victoria a la colección permanente de la Fundación Antonio Pérez nos invita a indagar en la vida y obra de unos de esos pintores que formó parte de la silenciosa insurrección abstracta de Cuenca de la década de los sesenta, impulsada por una generación que, en sus propias palabras, “luchó por aquello en lo que creía” y abrió las fronteras españolas “a ese “arte otro” y, en definitiva, a la libertad”.
Victoria aparece en la histórica instantánea de los asistentes a la inauguración del Museo de Arte Abstracto Español en 1964 y dos de sus obras formaron parte de la primera colección reunida en aquellas Casas Colgadas que en aquella década año pasaron, de un solo salto, de pintoresca postal a templo.
En un artículo sobre la luz en los museos y la importancia de crear un “clima favorable” para la obra de arte, Salvador Victoria cuenta como anécdota que, antes de que se abriera el Abstracto de Cuenca, se pintaron los espacios una y otra vez “para conseguir una perfecta visión de los cuadros, tal y como lo concebían Zóbel, Torner y Rueda”. Efectivamente, cualquier visitante del museo de las Casas Colgadas puede atestiguar que allí el continente influye sobre el contenido y viceversa.
Fragmento del artículo sobre Salvador Victoria publicado en el Canal de Cultura del Patreon del autor. Se puede leer completo, previa suscripción, en este enlace.
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