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La historia de Gabriela: pobreza, explotación sexual y una nueva vida en Cuenca

Con 28 años, Gabriela, nombre ficticio, llega a Cuenca tras ser captada por una red de prostitución.

La pobreza y continuos problemas económicos en su país, la llevan a tomar esta decisión pensando encontrar una salida a la situación de penuria en la que vivía. Es el estado de vulnerabilidad en el que se encuentran estas personas, ya sea por una crisis humanitaria en su país, por un estado psicológico e incluso físico, y la situación de inseguridad y flaqueza que les degenera, el que les facilita a estas redes el hacerles promesas y captarlas.

Tras varios años ejerciendo la prostitución, Gabriela conoce a una persona que la hace consciente de que tiene derechos, y es que, en la mayoría de casos, las personas que son explotadas no tienen conocimiento de lo que es poseer derechos. Un motivo que explica que, en muchas ocasiones, crean que la situación de dependencia de la persona que las explota es lo normal.

En el caso de Gabriela, el miedo a que las amenazas que recibe y el sentirse sola, ya que estas personas suelen carecer de red social de apoyo, retrasan su decisión de salir, pero, finalmente, la suma de las continuas vejaciones y situaciones límite que vive, la llevan a abandonar y denunciar la situación.

Tras salir, no sabe dónde acudir. Llama a Cruz Roja y comienza un proceso de recuperación personal donde la Organización cubre sus necesidades más básicas – vivienda, alimentación e higiene-, la escucha y la acompaña en su reconstrucción a nivel psicosocial.

Actualmente, Gabriela tiene un empleo gracias a una capacitación profesional que le proporcionó Cruz Roja y ha conseguido rehacer su vida en otra comunidad autónoma. Siente que la estiman en el lugar donde trabaja, que vive en un entorno que la dignifica y que está dejando atrás esa etapa de su vida en que era objeto de abuso y explotación sexual.

El acompañamiento, la escucha y la atención de las necesidades básicas son tres de los pilares en los que se asienta la intervención que Cruz Roja realiza con las personas que son víctimas de trata en la provincia de Cuenca.

Un proceso en el que el refuerzo de la autoestima es clave para hacerles conscientes de sus fortalezas, ayudarles a ganar en autonomía y robustecer su capacidad de tomar decisiones.

Para Cruz Roja, la trata es una vulneración de Derechos Humanos que, ubicando a la persona en el centro de cualquier actuación, requiere de respuestas coordinadas locales y globales; por eso, lleva más de 20 años dando respuestas especializadas a personas en situación de trata, siendo ellas, mayoritariamente, mujeres migrantes.

Los programas Cruz Roja desarrolla se implementan con enfoque de Derechos Humanos y de Género Interseccional, centrándose con:

• Las personas en situación de trata: Detección y acompañamiento en el restablecimiento e inclusión.

• Las personas de Cruz Roja: Formación para la detección y asistencia especializada para la protección.

• La ciudadanía: Sensibilización y pedagogía. La trata nos afecta a todas.

• El entorno especializado en trata: formaciones conjuntas, reuniones de coordinación, trabajo en red, etc.

Estas acciones que se llevan a cabo a nivel local, provincial, autonómico y central y contribuyen a la creación de ecosistemas de buen trato que envuelvan e involucren a las personas en situación de trata.

En la provincia de Cuenca, la Organización Humanitaria trabaja en estrecha colaboración con la Brigada de Extranjería y Fronteras de la Policía Nacional.

Retos de futuro

Cruz Roja, como entidad de la Red Española de Lucha contra la Trata, aboga por una Ley Integral de Lucha contra la Trata que contemple a todas las personas (adultas y menores) que atraviesan por estas situaciones en cualquier tipo de explotación.

Una Ley Integral, centrada en los Derechos Humanos y con enfoque de género interseccional, redundará tanto en la protección de las personas, como en la mejora del conocimiento y la adecuación de las políticas y respuestas a la trata de personas.

Del mismo modo, reclama y trabaja para ampliar y reforzar las medidas de protección, incluyendo especialmente a las personas más vulnerables, entre las que se encuentran muchas personas en situación irregular.

Las distintas crisis migratorias, originadas desde conflictos armados a situaciones sobrevenidas por el cambio climático, entre otras muchas causas, expulsan a muchas personas de sus territorios; por ello, se hace imprescindible facilitar que puedan migrar en condiciones dignas para llegar a lugares seguros, lo que reduce su situación de vulnerabilidad y el riesgo de caer en situaciones de trata, tanto en sus países de origen, como en los de tránsito y destino.

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