En el humilde corazón de la Mancha conquense, bajo el cielo estrellado y abierto de Geliberte, comenzó la historia de Miguel Lucas de Iranzo. Allí, entre campos desnudos y horizontes ondulados interminables, un niño de manos marcadas por la tierra y mirada encendida por el hambre de futuro forjaba, sin saberlo, el temple que lo llevaría a la corte castellana y a la Historia. La infancia humilde, hecha de trabajo, relatos junto al fuego y sueños heredados, sembró en él la capacidad de resistir a las dificultades y superarlas, forjando un liderazgo que más adelante brillaría en un tiempo histórico de intrigas, traiciones y adversidades.
Geliberte, hoy es un paraje silencioso, aunque sigue latiendo vivo en la memoria del pueblo de Fuentelespino de Haro. Sus gentes, con un teatro comunitario, le recordarán en el atardecer del próximo 16 de agosto con la Iranzada, rindiendo con ello homenaje al que fue figura ilustre de su historia y que renació en el siglo XXI para forjar cultura en el municipios con un museo que lleva su nombre. Vecinos y visitantes avanzarán por un recorrido de palabras, reviviendo su legado de tradiciones y trenzando, paso a paso, el hilo azul y oro que simboliza el orgullo de pertenencia y la fuerza comunitaria.
Esa misma fuerza se mostró también en su cita deportiva más emblemática: la prueba MTB de Fuentelespino. Allí, voluntarios del municipio ponen todo su empeño para ofrecer una experiencia que atrae a ciclistas de muchos rincones nacionales e internacionales para superar el desafío de la “U de Geliberte”, una curva pronunciada que pone a prueba la garra y la resistencia de los participantes. Más que un tramo de tierra y piedra, es un símbolo de un pueblo que nos muestra que cuando la vida se llena de curvas, hay que agarrarse muy fuerte al manillar, resistir y liderar el recorrido vital hasta llegar a la meta.
Esta semana además, el espíritu deportivo y comunitario se amplía con la Legua Castellana, una carrera intergeneracional que convoca a toda la población: desde bebés hasta abuelos, hombres y mujeres, todos tienen un hueco en este recorrido que es también una celebración de identidad. Fuentelespino de Haro también es Castilla, y se vive corriendo juntos, hombro con hombro, en un acto que une personas y refuerza los lazos que sostienen a la comunidad.
En la balconada del Ayuntamiento, la bandera de la patria chica, el pueblo, el orgullo del escudo y los colores de la localidad y en el campo, la bandera de España, recordando que tanto para lo pequeño como para lo grande, en los momentos difíciles, la postura más inteligente está en permanecer unidos, como una piña, cooperando y disfrutando del camino tanto como de la meta.
La vida de Miguel Lucas terminó lejos de Geliberte, del lugar humilde donde fue feliz y se forjó, a la grandeza del Altar Mayor de la Catedral de Jaén, icono del barroco español, donde fue asesinado mientras oraba, ciudad que he visitado esta semana para conocer más detalles de su Patrimonio Artístico y de la historia del Condestable de Castilla y donde me he fotografiado junto al icono del niño que sostiene la pureza de la voz libre de la prensa. Su destino nos recuerda que la meta no importa tanto como el trayecto y las huellas que dejamos. Como quien planta un árbol sin esperar su sombra, el verdadero legado se mide en las semillas de memoria, fortaleza y esperanza que germinan en generaciones posteriores.
En Fuentelespino de Haro lo saben bien: cada paso de la Iranzada, cada pedalada en la U de Geliberte y cada zancada en la Legua Castellana son un tributo vivo a la certeza de que la historia de un pueblo se escribe no solo en sus grandes gestas, sino en la constancia de quienes, unidos, siguen pedaleando y corriendo hacia el mañana.
ÚNETE AL CANAL DE WHATSAPP DE ENCIENDE CUENCA
SIGUE A ENCIENDE CUENCA EN GOOGLE NEWS
MÁS ARTÍCULOS DE LA AUTORA