Durante tres meses y medio, la provincia de Cuenca se ha convertido en escenario de un viaje de escucha, creación y diálogo. Más de un centenar de estudiantes universitarios han conectado con la realidad de sus pueblos, los saberes locales y las prácticas situadas de la creatividad contemporánea.
Este viernes, la localidad de Tragacete acogió la clausura de Trashumancias 2.5, un innovador programa de residencias creativas y pedagógicas que, durante quince semanas, ha tejido relaciones vivas entre arte, territorio y comunidad. En su conjunto, los 16 proyectos presentados forman un archivo afectivo de la Serranía de Cuenca, activado desde la creación contemporánea como herramienta de transformación.
Un cierre convertido en celebración
La jornada de clausura arrancó en la sede de la Fundación Los Maestros, con la inauguración de la exposición colectiva que presentó los resultados de la residencia. La muestra, comisariada por Miki Delgado y Laia Skovsted bajo la dirección artística de José An. Montero, transformó los espacios de la Fundación en un recorrido por la memoria, el paisaje y las historias del territorio.
Desde primera hora de la tarde, vecinas y vecinos fueron llegando al edificio. Más de 300 personas —entre habitantes de Tragacete, estudiantes y visitantes de otras localidades— se reencontraron con los jóvenes creadores con quienes habían compartido conversaciones, caminatas, tareas y afectos durante los meses previos.
Trashumancias 2.5 ha sido impulsado por la Cátedra Diputación de Cuenca-UCLM de Oportunidades para el Reto Demográfico y la Fundación Los Maestros, con la colaboración de entidades como Inland Campo Adentro, AVAN_espais rurals de recerca contemporània, La Circular y, especialmente, los ayuntamientos de Tragacete, Vega del Codorno, Enguidanos, Villalba de la Sierra, Las Majadas y Almonacid del Marquesado.
El presidente de la Fundación, José Miguel Rodríguez, abrió el acto con palabras de gratitud: “Este proyecto es mucho más que arte contemporáneo. Es comunidad, es memoria, es futuro”. La codirectora de la Cátedra, Carmen Vázquez, destacó la hospitalidad de los vecinos: “Han abierto sus casas y sus historias a estos jóvenes, convirtiendo el territorio en un aula viva y devolviendo a la cultura su papel como lugar de encuentro”.
La exposición: arte como espejo de la comunidad
Las salas de la Fundación acogían instalaciones, esculturas, fotografías y piezas audiovisuales que reflejaban la vida y la historia del pueblo. En muchos espacios se vivieron momentos de emoción: vecinas que se reconocían en la textura de un bordado, vecinos que descubrían en objetos rescatados los rastros de su propia memoria familiar. Las historias contadas semanas atrás en la plaza, los bancos o los huertos reaparecían transformadas en arte.
María Herreros, con Cartografías de lo rural, convirtió restos de cerámica en mapas sensibles de lugares hoy deshabitados. David García, en Mudanzas perdidas, reflexionó sobre el caminar como gesto político y ancestral. Laia Skovsted, en Tus pétalos sobre mis manos, tejió una genealogía femenina del paisaje a través del gesto textil y las flores locales.
En Quienes cuidan la hierba, cuidan el cielo, Gloria Nieto exploró la relación entre pastoreo tradicional y biodiversidad mediante cianotipias de aves y plantas locales y esculturas textiles. José Fernando Algaba (Mati) resignificó objetos hallados en casas y campos en Memorias, mientras Nuria Araque, en Fachadas expandidas, imprimió las texturas del pueblo sobre tela con la técnica de frottage.
La propuesta de Ivette Vélez, Las plantas también recuerdan, reveló retratos de mujeres locales en hojas de plantas a través de clorotipia, creando un herbario afectivo donde lo humano y lo vegetal dialogan. Otros proyectos, como Tragacete Resuena de Paz García Blanes o Juego de los Posibles de Javier Soligó y Melisa Vezhdieva, activaron la participación comunitaria mediante una radio local o un tablero para imaginar futuros colectivos.
En el registro audiovisual, Hay un monstruo en Tragacete de Alma Rosell hibridó realidad y ficción, cuestionando las fronteras entre lo humano y lo no humano, mientras Tender al suelo de Melisa Vezhdieva convirtió el suelo en un archivo de memorias locales a partir de conversaciones con las vecinas sobre el cuidado de la tierra.
La Ali, en colaboración con Nuria Araque, presentó Abrazos húmedos, una obra donde caminatas y bordados se traducen en un vídeo instalativo, trazando una cartografía afectiva del territorio.
Una comunidad como motor de la creación
La muestra concentró a casi la totalidad de los vecinos y vecinas de Tragacete, pues muchas de las obras habían germinado precisamente en el tiempo y las vivencias compartidas con ellos. Tomás Torralba, pastor trashumante, inspiró el minidocumental de Jhonson Ogando, quien lo acompañó en su jornada diaria registrando con delicadeza la fragilidad de un oficio en peligro de extinción. Al proyectarse la pieza en los jardines de la Fundación, el silencio del público se rompió en aplausos y en más de una lágrima emocionada.
Como colofón de la jornada y ya adentrada la noche, se estrenó el cortometraje “Una cinta colorá”, dirigido por Toni Villegas, joven cineasta castellanomanchego. Concebido como un ejercicio de docuficción, el proyecto nació de un proceso de investigación y escucha activa con vecinas de Tragacete, especialmente Juli y Guadalupe, que compartieron historias orales locales. La narrativa central reconstruye la fuga amorosa del cura Juan Francisco y su amante Paquita, un episodio que marcó al pueblo más de medio siglo atrás, desafiando las normas sociales de la época. Los cálidos aplausos finales fueron el inicio de muchas conversaciones posteriores sobre los recuerdos que evoca esta historia y sobre las anécdotas de quienes la vivieron en primera persona.
La residencia creativa no habría sido posible sin la generosidad de los vecinos y vecinas de Tragacete, que abrieron sus casas, sus huertos y, sobre todo, sus memorias a los jóvenes artistas. Además de los ya citados, colaboraron también Vicente, Antonio, Chus, Damián, José, Richar, Isidro, Miguel Ángel, Sonia y sus familiares, quienes compartieron saberes y tiempo, convirtiéndose en cómplices y anfitriones de muchas de las propuestas. Así, Marcela, Isabel y Magdalena ayudaron a Gloria en la elaboración de las bolas de lana que dan forma a su instalación, mientras Guadalupe y Sole acompañaron a Melisa y Javier en la creación de su proyecto participativo. Apolonio y Granada, Alfonso, Rocío, Jerónimo, Fernando y Javier, junto con el cura José Antonio, estuvieron presentes a lo largo de todo el proceso, ofreciendo hospitalidad, apoyo y compromiso. Todos ellos, junto a muchos otros vecinos y vecinas, lograron que el territorio se transformara en un auténtico aula viva, donde arte y vida cotidiana se entrelazaron en un diálogo continuo y profundamente humano.
Cada gesto, cada conversación en los bancos de la plaza o en los umbrales de las casas, alimentó un proceso donde arte y vida cotidiana se entrelazaron en un diálogo continuo. La comunidad no solo acogió a los estudiantes; se convirtió en parte activa de su proceso creativo.
Trashumancia como forma de habitar
Trashumancias 2.5 se ha propuesto como una metodología: caminar, escuchar, habitar. Con 25 conferencias, 6 mentorías técnicas y 4 actuaciones culturales, el programa ha convocado a artistas, investigadores, pastores y vecinos para repensar el mundo rural como un laboratorio de innovación social y cultural.
En palabras de Carmen Vázquez, “Trashumancias no busca respuestas únicas, sino abrir procesos donde la juventud imagine su lugar en el territorio”. Un territorio que, durante unas semanas, se convirtió en aula, taller y hogar compartido para quienes participaron.









Fotografía Paz García Blanes
ÚLTIMAS NOTICIAS EN ENCIENDE CUENCA
- Malestar de los hoteles conquenses con la “excesiva burocracia” y la competencia de las Viviendas de Uso Turístico
- Carmen Jiménez, futura maestra y referente para los gitanos de Cuenca y España que quieren ir a la universidad
- El Grupo Municipal Popular felicita a Gustavo Torner en su centenario y celebra su legado como patrimonio vivo de Cuenca
- La Diputación de Cuenca lanza dos líneas de ayudas por valor de 50.000 euros para organizar congresos en la provincia
- Detenida una trama acusada de estafar casi 1,6 millones de euros por internet en localidades como Cuenca
- “Cuenca no es el único lugar del mundo con dinosaurios de plástico gigantes y bosques de acero… ¿o sí?”