Dos de los familiares de O.E.M., muerta a manos de su pareja en Tarancón en el año 2022, han manifestado en el juicio celebrado en la Audiencia Provincial su sospecha de que el crimen fue premeditado.
Un hermano de la fallecida, que esa noche iba a cenar con ella, ha declarado que había visto “muchas veces” malos tratos del investigado contra su hermana, a la que acompañó a poner una denuncia en el procedimiento judicial que hubo antes del suceso, del que J.E.M., ahora acusado de asesinato, salió absuelto antes del crimen porque ella finalmente rechazó declarar contra su marido.
El hermano ha explicado que el 2 de mayo, cuando ocurrieron los hechos “acababa de terminar el Ramadán” y sospecha que él se esperó a ese día, de fiesta para los musulmanes, para cometer el crimen.
Otro de los hermanos de la víctima ha defendido que “todos los problemas familiares” venían de J.E.M., porque ella “era una mujer trabajadora que se encargaba de sus hijos”, mientras que él “no aportaba en casa”. Ha asegurado que tenían miedo por la vida de ella, pero que no creían que pudiera llegar a hacerlo. Al igual que su hermano, considera que el crimen fue “premeditado”.
Durante el juicio se ha reproducido la declaración del hijo mayor de la familia en la fase de instrucción. Este menor de edad manifestó recordar haber visto a su padre con un cuchillo y que tapó el cuerpo “para que dejara de salir sangre”.
“Viene, me hace un hijo y se vuelve a ir”
También ha declarado en calidad de testigo la educadora social de Tarancón que llevaba trabajando con la familia desde el 2016.
En presencia del jurado, la educadora ha calificado a la víctima como una persona “trabajadora” que era “muy buena madre”, mientras que él la mayor parte del tiempo no estaba en Tarancón. “Viene, me hace un hijo y se vuelve a ir”, ha declarado que le comentaba O.E.M., que al principio de su relación le comentó un caso de maltrato que ella no quiso denunciar.
“Es que está un poco loco, decía ella”, ha apuntado la testigo, que ha comentado que la víctima no daba importancia a las agresiones “porque era una persona muy alegre y se lo tomaba todo con humor” y ha declarado que “nunca me transmitió que pudiera pasar lo que pasó”.
El 2 de mayo, día del crimen, J.E.M. se presentó en el centro social “muy nervioso” y le dijo que, como creía que ella “iba a pagar 10.000 euros a una persona para matarlo”, había decidido matarla antes.
Esta educadora social acudió al domicilio para recoger a los niños, que estaban “metidos en una habitación, desnudos y con la puerta cerrada” hasta que llegó el servicio de protección de menores de Cuenca.
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