Volvemos a fallar como sociedad, una y otra vez. El asesinato trágico de un menor solo genera odio. ¿Hasta qué punto hemos llegado que culpabilizamos a unos padres de los errores de los hijos? ¿Qué culpa tiene un padre de que un hijo/a sea un asesino, un violador o simplemente cometa la mínima irregularidad? Es más, ¿la tienen los familiares, el entorno? Y si es así, por no actuar, qué culpa tienen esas personas por querer ver lo mejor de sus allegados.
Aún así, tras cometer el crimen, el dolor ciego a todo el mundo, pero ¿rallar el coche de ese padre? Que está tratando de asimilar al igual que todos lo que ha sucedido, mejor o peor, pero ellos después del menor fallecido y los padres, son víctimas que no pudieron controlar la situación.
Todo el mundo prefiere poner el foco en que el asesino tenía una discapacidad y problemas de salud mental, en vez de que no estaba en un tratamiento y tampoco contaba con ninguna ayuda. Añadiéndole que para algunos parece más importante determinar su origen y procedencia, que las causas o apoyar a la familia del menor.
En estos momentos, todos tienen su historia, a todos les había atacado o habían visto cosas raras. Incluso quien en privado no había hecho la broma del “loco del pueblo”, pero claro, es más sencillo prejuzgar que ayudar. Y cuando ya ha sucedido, decir “yo estuve ahí”, porque ahora todos lo sabían y nadie hizo nada, pero a los únicos que atacan son a los familiares directos. La realidad es que los únicos que lo han sufrido son los padres de Mateo y la familia del asesino confeso.
El odio, los rumores, la bruma que se esparce alrededor solo hace daño y entorpece más a nuestra sociedad, nuestra vida. Los prejuicios que tenemos salen a relucir en estos momentos más tenebrosos, en los que deberíamos estar más unidos. En el que los titulares deberían ser sobre el apoyo a los padres de Mateo, lo que se va a hacer para que no vuelva a suceder, medidas… No estar echándose “fango” unos sobre otros buscando presuntos culpables, en algo que está claro que hemos fallado todos. Primero, por no proporcionar ayuda a una persona que claramente mostraba síntomas de necesitarla. Segundo, generar odio irracional de una tragedia buscando a fantasmas en la raza o en los orígenes.
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