Semana Santa

Miércoles Santo sin procesión, pero con doble dosis de hermandad

Esta vez la lluvia no tuvo concesiones con el Miércoles Santo de Cuenca. Quitando el paréntesis de la pandemia, ni lo más viejos del lugar recuerdan cuándo fue la última vez que se suspendió la procesión del Silencio, que este año termina con su leyenda anticiclónica.

En este 2024 los hermanos de la Amargura han tenido que mostrar sus respetos en El Salvador a la la imagen de la virgen labrada por Marco Pérez. Y, para contemplar la Santa Cena y su muestrario de expresiones y sentimientos, hay que acercarse hasta la Catedral de Cuenca, donde descansa el paso todo el año.

Algunas hermandades han organizado pequeños encuentros nazarenos en los templos. Al fin y al cabo, el desconsuelo, como el paso, se lleva mejor si hay más gente bajo el banzo.

Ha sido una tarde de lágrimas en la iglesia de San Esteban, donde se han reunido los hermanos de El Huerto y el Beso de Judas. El párroco Antonio Fernández les mandaba un mensaje de ánimo, recordándoles que “todo lo que hacemos por Dios no cae en saco roto”

El también vicario general de la DIócesis de Cuenca ha bendecido un cordón donado por una familia anónima al Huerto de San Esteban. Ha sido una suspensión especialmente dura para esta hermandad, que cumplía 100 años este Jueves Santo.

Después las hermandades han cargado a hombros los pasos para llevarlos a su ubicación habitual en la iglesia. El Judas, fiel a su naturaleza, bailó su olivo en el interior de San Esteban.

En San Pedro han coincidido para recoger el caso la hermandad que lleva el nombre del apóstol, el Ecce Homo de San Miguel, el Bautismo y la Negación. Como en San Esteban, ha habido lágrimas, pero también ha habido sonrisas para combatir la aciaga jornada.

En el interior del templo los banceros de San Pedro han elevado a su imagen mientras los hermanos han entonado juntos La muerte no es el final. Esta hermandad se ha acordado especialmente en esta jornada triste de uno de sus hermanos ilustres, Jesús Saiz, recientemente fallecido. 

En honor al Ecce de San Miguel toda la iglesia ha entonado un miserere y a la Negación le han dedicado unas palabras y un motete.

La música completó un Miércoles Santo diferente, con actos aparentemente futiles que ganarán valor con el paso de los días. De la lluvia de esta Semana Santa brotará más nazarenía el año que viene.

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