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Gran acogida del desfile medieval, el casco a la luz de las antorchas

La pasada noche del viernes 8 de septiembre el casco antiguo viajó en el tiempo. Viajó hasta días ya muy pasados, olvidados por muchos, cuando las murallas de la ciudadela estaban en pie, las antorchas eran el alumbrado municipal y los cascos de los caballos resonaban contra el suelo empedrado. Caballeros, soldados, damas, campesinos, algún clérigo y todo tipo de gentes medievales volvieron a hacer de Cuenca su ciudad.

El grupo de recreación Conca realizó una representación de cómo se realizaba el cierre de puertas en la Cuenca medieval. Una actividad rutinaria en la que un militar de alto rango revisaba las diferentes puertas de la ciudad amurallada para avisar de su cierre, confirmar que ningún ciudadano quedase fuera de estas puertas e interrogar brevemente a los centinelas que vigilaban las entradas sobre si había ocurrido algún altercado o posible incursión enemiga en tierras conquenses.

Desde El Parador hasta la puerta del ayuntamiento, cruzando por supuesto por el puente de San Pablo y la catedral, fue el camino que recorrieron los más de cincuenta recreadores de todas las edades que, ataviados con las vestiduras pertinentes y a la luz de las antorchas,  crearon un escenario mágico.  La actividad fue muy bien acogida por el público conquense, más de un cuarto de hora antes de que comenzase el acto, la zona de las casas colgadas ya era prácticamente intransitable. Los espectadores se agolpaban, escalaban las rocas de esa zona y se llegaron a crear tapones que impedían el paso del cortejo medieval. Porque ver como una hilera de antorchas cruza el puente San Pablo es un espectáculo digno de ver, una forma distinta de disfrutar del casco antiguo de la capital. La emoción era compartida por todos los allí presentes pero si alguien disfrutó del desfile de anoche esos fueron los más pequeños de la casa. Sus caras de asombro al ver la fila de antorchas, las espadas, los escudos, o al escuchar el rugir del cuerno lo decían todo y no eran pocos los que al pasar el cortejo les comentaban a sus padres que el año que viene querían participar, el futuro de actividades como esta parece asegurado.

Tras terminar el acto se hizo una entrega de premios a las mejores vestiduras, decisiones difíciles de tomar para la organización puesto que había caracterizaciones realmente conseguidas.

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