Cultura

Lo que nos dice el río

Uno de los sonidos más poderosos del confinamiento de 2020 en la ciudad de Cuenca fue el del río. Su murmullo siempre está presente en la vida diaria de la capital, pero en aquellos días en los que todo paró y la actividad urbana quedó muda su palabra siguió fluyendo. Aquel fue además un marzo lluvioso, uno de los más húmedos de lo que llevamos de siglo, así que Júcar y Huécar tenían los pulmones lo suficientemente llenos como para elevar la voz e intentar llegar al mayor número de hogares posibles.

Una jornada de lluvia abundante ha bastado esta semana para que el río vuelva a tomar la palabra en Cuenca. Con el caudal rugiendo casi a 300 metros cúbicos por segundo, solo las bocinas de los coches atascados en busca de un refugio ante el aguadero son capaces de competir con su volumen. Los ríos pueden modular su tono desde el arrullo para acompañar a sus vecinos encerrados hasta el vozarrón que intenta recordarnos quién manda en los días de tormenta. Son las venas de la ciudad y dan vida, pero resultan amenazantes cuando se hinchan de furia.

Quizás estos enfados se deban a que esta ciudad que se construyó entre ríos creció alejándose de ellos. De la misma manera que un joven abandona el hogar familiar para comenzar a escribir su propia historia, la nueva Cuenca se distanció de su cuna para conquistar nuevos territorios (…).

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