Opinión

La gestión de los bosques de Cuenca, base de la prevención de la catástrofe climática

La situación actual climática resulta hasta mil veces más veloz que cualquiera de los grandes cambios de los períodos geológicos o climáticos del pasado ( el sotobosque no limpiado adecuadamente, escasez de lluvias, acrecienta el fuego con mayor virulencia).

Hemos de ser conscientes de prevenir, limpiar mejor y con más cantidad de recursos, con más personal contratado, además aprovechando trabajadores en paro, con un salario digno, adiestrados adecuadamente para limpiar los bosques, como hacen en otros países, con dedicación exclusiva, hasta tanto recuperen su trabajo anterior.

El bosque es un medicamento contra las peores enfermedades ambientales del presente. Necesitamos ser más conscientes de que los árboles son barricadas contra el desierto, protectores frente a la más preocupante invasión de todos los tiempos.

No olvidemos su capacidad depuradora, la fijación de metales, la interceptación de partículas y ruidos.

Es duro decir esto, amigos lectores, pero todos los rasgos terapéuticos de nuestras arboledas y sistemas forestales están también amenazados, por empleo, nuestros bosques conquenses, claro.

Por cierto, de fuentes muy fidedignas he sabido que si bien carecemos de recursos humanos en Cuenca, sí que la actuación de nuestros equipos de apagar incendios en la zona últimamente de Castellón como ayuda complementaria ha recibido la felicitación de nuestra organización competente en aras de colaborar con esa zona en cuestion por parte de los equipos de esta zona en concreto levantina.

Joaquín Araujo, naturalista, habla de que “demasiados viven sin paisaje, con demasiadas pantallas, con tímpanos atiborrados de ruidos con un caminar encarcelado por los pasos de cebra”. También Ortega y Gasset, filósofo y escritor, ya advirtió hace tiempo lúcidamente que “nos adentramos en algo mucho peor que el amontonamiento. Nos estamos convirtiendo en un país con gente sin paisaje. Estamos DESPAISADOS, perdiendo el contacto con nuestro paisaje”. Ahí es donde debemos valorar nuestra trascendencia por nuestra Cuenca y su paisaje.

El paisaje es también considerado un bien de consumo casi perecedero, como un refresco que muchos tiran a la basura en los espacios naturales. Es oportuno recuperar la planificación territorial como básico criterio de los territorios en un país que ha conseguido desordenar los casi del todo. Para ello hay que considerar que “nada es posible sin los otros y sin lo otro”. Cuenca merece conservarla con toda consciencia y responsabilidad preventiva y regularla con su gran paisaje de bosques y protegerlos con mucha mejor gestión…. evidenciando que si a los ojos se les alimentan con lontananzas, los pensamientos serán más altos y profundos. El paisaje es vivirlo y cuando no lo vi es estás matándolo, abandonándolo, no defendiéndolo.

En nuestra comarca, como en otras, supone un riesgo el abandono de estos bosques conquenses. Tengamos en cuenta que el 47’3 % de la superficie de Cuenca es forestal. El pino laricio es la especie más común y la conífera más resistente de Europa. Con los pinos de Cuenca se construyó la cubierta del Monasterio del Escorial, por ejemplo. Solo en nuestra provincia se cortaban 250.000 m. Cúbicos. Y ahora 124.000 m. cúbicos, debido a la pérdida de valor que ha sufrido la madera en los últimos 20 años. Luego se limpia preventivamente poco, se tala y se recorta menos, aumentando el sotobosque. Nuestros bosques de Cuenca sin proveedores de muchos servicios, según refleja Héctor Abarga, biólogo de la Manchuela, como la excelente calidad del agua, el excepcional recurso micológico, el excepcional recurso micológico que atrae cada año a muchos turistas, o el incalculable valor del patrimonio natural que da paz mental y salud física por los montes transitados.

¿Qué riesgos corremos en Cuenca como sociedad si se encuentran en mal estado nuestros bosques ? Aumento superficie arboleda en los últimos 50 años. El éxodo rural, ceses de usos de montes como ceses del pastoreo que propician un marcado avance de los bosques.

El abandono de muchas fincas, donde se aprovecha sólo el 21% del crecimiento de nuestros bosques, aumentando la biomasa, que sería un buen recurso económico, pero se convierte en un grave problema en caso de incendio forestal y todo ello sumado al cambio climático provocando aumento de temperatura, reducción de lluvias propiciando más virulencia en los incendios.

Además la pérdida del valor de la madera ha provocado que los propietarios perdieran interés por gestionar sus fincas forestales. CON LO CUAL SE HAN DE GESTIONAR BIENES DE UTILIDAD PUBLICA, con planes  de ordenación y aprovechamiento forestal adecuado y en buen estado y por EL ESTADO ha de intervenir y regular con determinación por el bien de todos.

Otro aspecto muy importante es la conservación de los humedales forestales y las instituciones y la sociedad civil hemos empezar de una vez a valorar el agua en su preciada medida como se merece y necesita.

NUESTROS ACUÍFEROS ESTÁN EXPLITADOS Y CONTAMINADOS POR NITRATOS debido a la agricultura intensiva y la ganadería industrial (macrogranjas, etc.), y mientras nuestros montes, los cuales son los encargados de mejorar la infiltración del agua de lluvias, favorecer la recuperación de los acuíferos, se ENCUENTRAN ABANDONADOS POR TODOS.

Hemos de presionar a nuestras instituciones que faciliten el desarrollo del sector forestal tanto como se apoya al sector agrícola, incluso no repitiendo los errores de éste sector.

Si se abandonan los objetivos básicos del bosque y la tala necesaria para equilibrar los terrenos, los mismos no serán capaces de purificar e infiltrar toda el agua para el acuífero. Por ello, en un presente y futuro la tan desesperanzada situación respecto al cambio climático, debemos realizar una gestión multifuncional y aprovisionarnos,  de agua NO CONTAMINADA, fuente de riqueza y biodiversidad. Se requiere toda la consciencia y energía para no perjudicar la gestión de los bosques con más eficacia, eficiencia y prontitud.

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