20 de diciembre.Teatro-Auditorio de Cuenca.
II Concierto Extraordinario de Navidad. Solistas, orquesta y coro de la SMR Cuenca. Andoni Sierra, director. María Pujades, soprano. Gabriel Díaz, contratenor. Francisco Fernández Rueda, tenor. Ihor Voievodin, bajo-barítono.
Los solistas, el coro y la orquesta de la SMR de Cuenca volvieron a firmar anoche una velada que quedará para el recuerdo con la celebración del II Concierto Extraordinario de Navidad. La producción de El Mesías, broche final del V Ciclo de Adviento, afianza el sello de calidad de la propuesta musical de la SMR. La interpretación de este oratorio, una de las partituras más significativas de la historia de la música sacra occidental, constituye siempre una experiencia que trasciende lo puramente musical. La obra cumbre de Georg Friedrich Haendel se mantiene, casi tres siglos después de su creación, como una de las grandes construcciones sonoras de la historia, capaz de conmover desde la sencillez más íntima hasta la grandeza coral más expansiva.
Vivir esta música en directo, interpretada y dirigida como lo fue anoche, supuso una experiencia profunda para el público conquense, que agotó las localidades del Teatro Auditorio con antelación, como en las grandes ocasiones. Esta respuesta ante un concierto de música religiosa es, sin duda, motivo de gran satisfacción y alegría, tal y como apuntó en su introducción Andoni Sierra, director artístico de la SMR de Cuenca.
El concierto permitió reencontrarse con una partitura monumental en un contexto propicio que invitó tanto a la escucha atenta como a la emoción compartida. La calidad de lo coros, arias y recitativos fue trazando un recorrido sonoro, y también espiritual, que habló de esperanza, luz y celebración, conectando con el tiempo previo a la Navidad y con la reflexión de los asistentes. Más allá de la familiaridad de algunos de sus momentos más célebres, la interpretación puso de relieve la extraordinaria modernidad de la obra y su capacidad para seguir dialogando con el presente.
La consistente dirección de Andoni Sierra, equilibrada y atenta al control de las dinámicas, otorgó a cada número su espacio, sin prisas ni excesos, permitiendo que la música respirara, creciera y desplegara plenamente su significado. Utilizó para ello una plantilla de orquesta y coro barrocos perfectamente compensada, con las cuatro cuerdas muy bien definidas, con un color, empaste y afinación de muy alto nivel.
El Coro fue uno de los pilares fundamentales del concierto. Mostró un sonido compacto, equilibrado y flexible, capaz de pasar con naturalidad de los grandes números corales de carácter jubiloso a los pasajes más recogidos y contemplativos. Su emisión, rica de matices, muy maleable. La afinación, la claridad en la dicción y la atención constante a las dinámicas contribuyeron a una interpretación sólida, que sostuvo el discurso musical con enorme solvencia y sensibilidad.
En el apartado solista, la soprano María Pujades firmó una intervención de gran sensibilidad, con una línea vocal clara y expresiva, especialmente cuidada en los pasajes más líricos. El bajo barítono Ihor Voievodin aportó profundidad y el tenor Francisco Fernández-Rueda mostró seguridad y naturalidad, integrándose con solvencia en el conjunto. El contratenor Gabriel Díaz añadió elegancia y musicalidad, resolviendo sus arias con un timbre bien proyectado y fraseo refinado.
La Orquesta de la SMR Cuenca ofreció una lectura elegante y precisa, con especial atención al fraseo y a la articulación propia del lenguaje barroco. Mostraron agilidad y calidez, mientras que el continuo aportó firmeza y fluidez al desarrollo de la obra. El equilibrio entre secciones permitió que la música fluyera con naturalidad, sin perder nunca la tensión expresiva ni la transparencia del tejido instrumental. Los instrumentistas de viento madera tuvieron también un papel especialmente destacado.
En conjunto, solistas, coro y orquesta construyeron una interpretación equilibrada, fiel al espíritu y época de la obra. El resultado fue un concierto de alto nivel musical, acogido con calidez por un auditorio lleno, que respondió con largos y efusivos aplausos como reconocimiento a la intensa experiencia de celebración vivida. El concierto confirma el momento artístico que vive la Semana de Música Religiosa de Cuenca consolidada como el principal referente musical de la ciudad, con proyección que va más allá de nuestras fronteras y un auténtico punto de encuentro para todos los amantes de la música.
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