Formación

Carmen Jiménez, futura maestra y referente para los gitanos de Cuenca y España que quieren ir a la universidad

Carmen Jiménez quería ser maestra desde pequeña y avanza en el buen camino, pero para primero ha tenido que entrar en un club que no debería ser tan selecto: el del 0,8% de gitanos que logra finalizar una carrera universitaria. 

Esta joven conquense se ha convertido en la imagen de una campaña con la que la fundación Secretariado Gitano quiere hacer crecer ese porcentaje que invita a la reflexión, sobre todo si se compara con el del conjunto de la población española que logra sacarse un título, que asciende al 26%.

Recién graduada en Educación Infantil por la Universidad de Castilla-La Mancha, Carmen colabora como educadora digital con esta organización mientras se prepara para presentarse a sus primeras oposiciones. Su ejemplo es importante, quizás todavía más en Cuenca, que seguramente esté todavía más lejos de ese 0,8% de graduados.

Para Carmen, uno de los principales motivos de esta situación es la falta de referentes gitanos en la universidad, “porque vas a la universidad y no ves a nadie de los tuyos es como que te cuesta verte allí”, pero también “la mirada social, que considera raro un gitano estudiando”. 

Otro factor es el económico y por eso esta futura maestra señala también la importancia de las becas que a ella le han permitido seguir adelante con los estudios.

En su campaña, Secretariado Gitano apunta a otras causas, como el recorrido educativo de muchos niños y niñas de este pueblo condicionado por la incorporación tardía al ciclo de infantil, el desfase curricular y las repeticiones de curso que abocan a la mayoría a abandonar los estudios entre los 15 y 16 años sin el título de la ESO.

Carmen completó la Educación Secundaria en el colegio Santa María de la Expectación, conocido popularmente como ‘Las Benitas’, pero tuvo que continuar su formación en el instituto público San José y confiesa que notó el cambio. “Un colegio concertado de monjas es más familiar. Toda mi familia ha estudiado toda la vida allí y si pasaba algo enseguida avisaban a tu madre”.

Sin embargo, en el instituto público, se dio cuenta de que “ya no estaban tan pendientes de ti”, aunque en general no tiene reproches hacia sus profesores y asegura que no ha tenido problemas de racismo en la escuela ni el instituto. “Alguna vez escuchas cosas, pero hacia mí, nunca”, precisa. En concreto, esta joven menciona comentarios hacia un compañero marroquí.

Carmen era buena estudiante desde pequeña, pero desvela que, como tantos jóvenes de su pueblo, ella misma pudo haberlo dejado: “Pasé una etapa un poco mala, mi sueño era ser maestra, pero tuve dudas al ver el Bachillerato, la Selectividad y que yo tampoco estaba en un momento muy bueno”.

Llegados a ese punto, fueron sus padres quienes le recordaron los motivos por los que quería hacer la Selectividad y le dieron ese empujón que necesitaba para seguir. Ese apoyo desmiente otro lugar común extendido, el de que, en muchos casos, son los progenitores quienes empujan a los gitanos a abandonar los estudios para que empiecen a trabajar cuanto antes. Y a quienes todavía piensan así, les anima a cambiar ese pensamiento, “porque ser gitana y ser universitaria no son cosas opuestas”.

Ya en la universidad, la joven recién titulada recuerda que “en los primeros días de carrera, una profesora de Psicología preguntó si había algún gitano en clase”. Con alguna duda, al final ella levantó la mano “y la profesora dijo, de buenas maneras: ¡Madre mía, la de tiempo que hacía que no veía a un gitano estudiando!”.

Carmen afirma que le ha encantado “todo” de su paso por la carrera. Su relación con otros alumnos ha sido excelente, hasta el punto que “mis mejores amigas las he encontrado en la universidad. También ha sido excelente su trato con los docentes y, tras esta campaña, ha desvelado “un maestro me felicitó el otro día por Instagram”. 

Carmen es ahora uno de esos referentes que hacen falta para que cada vez sean más los gitanos que no renuncian a su formación en etapas tempranas y cree que algo se está moviendo: “Al final, al pueblo gitano hace falta que se le conozca, porque hay mucha diversidad y hay algo que está cambiando, cada vez hay más gitanos que quieren estudiar y tienen la voluntad de, por lo menos, acabar la ESO”, apunta.

En ese sentido, la egresada de la UCLM asegura que en sus viajes por otras ciudades “he conocido a muchos amigos y amigas gitanas que tienen sus carreras de historiador, de recursos humanos, de muchas cosas”. Cuando llegas a esos espacios, “te enorgullece mucho decir que esto está cambiando”.

En Cuenca hay pocos casos como Carmen, pero hay otras jóvenes gitanas abriendo camino, como una compañera suya de carrera que ha estudiado para maestra de Educación Primaria y una chica que acude al programa de refuerzo educativo Secretariado Gitano Cuenca para emprender una carrera de Relaciones Internacionales en Toledo.

“Es un cambio a largo plazo, pero ojalá en unos años, ese 0,8% sea un porcentaje más alto”, desea Carmen. “El camino no es fácil, siempre tienes dificultades, entre ellas tu vida personal, pero teniéndolo claro y con ayuda, sobre todo de tu entorno social más cercano, se puede conseguir”.

A los jóvenes gitanos que vienen detrás, esta futura maestra de educación infantil les dice que, “cuando les digan que no pueden, que no duden de ellos mismos, que sigan adelante”.

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