Opinión

Ingratitud y justicia social

En estos días y bajo un sol de justicia alguien me ha recordado un sabio refrán: “A los ricos no les pidas, a los pobres no les des, ni hagas favores al pueblo que te gibarán los tres”. Este dicho, que ya forma parte de la experiencia social que se está viviendo en las zonas rurales de La Mancha, encierra una visión escéptica sobre la justicia social y la ingratitud, una perspectiva que cobra especial relevancia en la actual coyuntura política española.

A los ricos no les pidas:
Esta primera parte alude a la percepción de que quienes más tienen suelen ser los menos dispuestos a compartir o ayudar. Es una idea reflejada en otros refranes como “cuanto más poderoso, más roñoso” o “cuando pobre, largo; cuando rico, escaso”, que denuncian la tacañería y la falta de empatía asociadas tradicionalmente a las élites y al actual Gobierno de España ya se le enmarca en esa categoría. 

A los pobres no les des
El refrán nos advierte que el riesgo de dar ayuda a los más necesitados no siempre se traduce en gratitud o en una mejora social real. En ocasiones, la ayuda puede ser vista como insuficiente o incluso provocar resentimiento. Refranes como “el hacer bien a gente ruin tiene buen principio y mal fin” o “quien da pan a perro ajeno, pierde pan y pierde perro” expresan esa desconfianza hacia la eficacia y el agradecimiento de los favores. 

Ni hagas favores al pueblo que te gibarán los tres.
La advertencia final del refrán, al referirse al “pueblo”, señala el peligro de intentar contentar a todos los miembros de una sociedad cada vez más polarizada y estratificada. En la era de las redes sociales, donde la crítica es inmediata y viral, cualquier intento de agradar y buscar moderación puede volverse en contra del gobernante, pues nadie queda plenamente satisfecho y la ingratitud posiblemente llegue de todos los frentes.

La política española actual está polarizada
España atraviesa un periodo de fuerte polarización política, fragmentación parlamentaria e inestabilidad social, aunque estemos ya inmersos en el verano y mirando al período vacacional. La falta de credibilidad del gobierno por los casos de corrupción, las dificultades para consensuar políticas que contenten a socios y partidos políticos de la oposición se enfrenta a demandas contradictorias: los sectores más acomodados presionan para mantener sus privilegios, mientras que los más desfavorecidos exigen mayor protección social. Los intentos del gobierno de Sánchez por permanecer en el poder a toda costa, el reparto no igualitario entre regiones y otras medidas que provocan desconfianza en la sostenibilidad las instituciones y el sistema, suelen ser criticados y no validados por los gobernados, generando un descontento general.

La desconfianza y la incapacidad de avanzar se traduce en un estado de defensiva y ofensiva continuos donde no se gobierna. Satisfacer simultáneamente las expectativas de los sectores sociales y económicos de todas las regiones resulta imposible y esto se traduce en un desgaste político y una pérdida de legitimidad para los gobernantes. En este contexto, el refrán también puede leerse como una advertencia contra el populismo: prometer favores o soluciones fáciles al “pueblo” puede volverse en contra, ya que la insatisfacción y la crítica pueden surgir desde cualquier rincón de la sociedad.

La moción de censura es un síntoma de que España no va bien. 
La idea de presentar una moción de censura contra el gobierno que preside Sánchez es un claro ejemplo de este clima de desencanto generalizado, de jueces, agricultores, pensionistas, compañeros de partido y otros grupos críticos de presión, ya sean vulnerables o elitistas. A pesar de los esfuerzos del gobierno por mantenerse en la gestión del poder, la oposición ha tomado en cuenta el descontento y la polarización para lanzarse a desbancar al ejecutivo, subrayando la posibilidad de una moción después del verano como respuesta a una supuesta falta de legitimidad y capacidad de gestión. Este episodio ilustra perfectamente cómo, en la política española actual, cualquier intento de contentar a todos puede acabar volviéndose en contra de quien gobierna, que puede quedarse sin el “Pozo Borrico” de la fábula tapado a medias por la crítica de poderosos, la insatisfacción de necesitados y la presión constante de una sociedad cada vez más crítica. 

En definitiva, este refrán tan español, que me han recordado estos días en la Mancha de Cuenca, resume el dilema de la política española actual: gobernar hoy en día “en un café para todos” es más que nunca una tarea ingrata y arriesgada, porque la sociedad tiende a “gibar” a quien intenta contentar a todos, dejando a los responsables en una posición poco reconocida. En tiempos de incertidumbre, la ingratitud y el desencanto pueden convertirse en armas políticas de primer orden. Lo que es claro, es que si triunfa la democracia y se produce una convocatoria electoral, la sabiduría del pueblo español, siempre sabrá cómo debe responder, ya que tanto el refranero como el gobernado no tienen trampa ni cartón. 

ÚNETE AL CANAL DE WHATSAPP DE ENCIENDE CUENCA

SIGUE A ENCIENDE CUENCA EN GOOGLE NEWS

MÁS ARTÍCULOS DE LA AUTORA